Rafael Nadal y Carlos Moyà cogieron ayer dos caminos diferentes,
pero los dos les condujeron al mismo sitio: los octavos de final de
Roland Garros. El manacorí se decantó por la vía rápida. En una
hora y cuarenta y nueve minutos liquidó a Richard Gasquet (6-4, 6-3
y 6-2), se quitó un gran peso de encima y calló a la prensa
francesa. El palmesano se perdió en el último desvío. Tuvo cuatro
pelotas de partido para ganar a su amigo Fernando Vicente en tres
sets, pero necesitó tres horas y cincuenta y un minutos para
encontrar la senda de la victoria (6-4, 7-6, 6-7, 0-6 y 6-4). Ahora
los mallorquines ya piensan en Sebastien Grosjean y Roger Federer,
sus rivales en el camino hacia cuartos de final.
Todavía en etapa adolescente, Rafael Nadal y Richard Gasquet han
tenido que soportar una presión desmesurada desde que el sorteo
decidió que se encontraran en tercera ronda. A pesar de que el
francés todavía no ha demostrado tantas cosas como el mallorquín,
ya han recibido el calificativo de tenistas del futuro. A Richard
Gasquet tanta presión y el hecho de jugar ante su propio público no
le sentó bien.
Tampoco ayudó que Rafael Nadal le hiciera break en el primer
juego del partido. El mallorquín se colocó 0-40 y en su tercera
oportunidad conectó una potente derecha paralela que Gasquet no
pudo defender (1-0 y saque). Era demasiado pronto y no podía
medirse la importancia de esa rotura, aunque iba a resultar
decisiva. Porque desde ese momento tanto Nadal como Gasquet
consiguieron mantener con autoridad sus servicios. El mallorquín
sólo pasó algo de apuros en el décimo juego, cuando tenía que
cerrar el parcial y el francés se colocó 0-30.
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