TW
0

El 28 de junio del 2003 el Mallorca levantaba en Elche el primer trofeo de cierto rango de su historia. Atrapaba el equipo de Gregorio Manzano la Copa del Rey tras ganar en la final al Recreativo de Huelva, mientras que en Liga había hecho historia al sellar nueve jornadas consecutivas sin perder y cerraba el torneo en novena posición. Eran días de vino y rosas. Las calles de Ciutat reventaron para recibir a los campeones, el aeropuerto se quedó pequeño y las instituciones agasajaron a un club que seguía creciendo. Sin embargo, poco después todo iba a empezar derrumbarse. Ese verano la sociedad anónima mallorquinista tuvo que acudir a una ampliación de capital y, desde ese momento, el Mallorca se acostumbró a convivir con la inestabilidad.

Ha cambiado en diversas ocasiones de máximo accionista, han desfilado un gran número de entrenadores y los cambios en los equipos se cuentan por decenas. Cada época estival ha sido peor que la anterior y eso se ha traducido en un problema tras otro. Los números denuncian que el Mallorca ha acusado en lo deportivo la agitación que ha vivido en los despachos; en la temporada 03/04 tuvo que recurrir a Luis Aragonés para salvarse, mientras que este año lo ha hecho en la última jornada. ¿Será este verano igual?

La determinación de Mateu Alemany de reflexionar sobre su futuro ha encendido todas las alarmas. En parte, porque una posible marcha del presidente podría derivar en una salida del técnico. Eso dejaría en cueros a la entidad, que tendría un par de meses muy complicados por delante. Y hay miedo, porque no es una situación nueva.