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La reestructuración que ha sufrido el consejo de administración del Real Mallorca va a suponer el adiós de dos históricos directivos rojillos. Miquel Dalmau y Vicenç Rotger oficializaron ayer su salida del club tras deshacerse de su paquete accionarial y se desligan definitivamente de la entidad, que a su vez, les impondrá la insignia de oro y brillantes como reconocimiento al trabajo de los últimos años. Dalmau ha sido una pieza fundamental en la historia del Mallorca y siempre ha demostrado el cariño que siente hacia los colores rojinegros. Su primer desembarco en el club se produjo en el año 1992, después de la marcha de Miquel Contestí y coincidiendo con reconversión del club a sociedad anónima deportiva. La venta de acciones a través de la suscripción popular no generó el más mínimo interés entre la sociedad isleña y sólo se pudieron recaudar unos 50 millones de pesetas cuando el Mallorca precisaba 645, por lo que tuvo que acudir al rescate rojillo.

Dalmau asumió entonces la presidencia del equipo -que acababa de descender a Segunda- y se marcó el primer objetivo de llevar al cuadro balear a Primera división en un plazo máximo de tres temporadas, aunque nunca llegó a conseguirlo. Después de una campaña extraña en la que Serra Ferrer fue destituido a falta de una jornada, el equipo se estrelló en la promoción ante el Albacete y al año siguiente (1993-94) tampoco mejoraron muchos las cosas. De su mano, el Mallorca volvió a intentar su regreso a la elite en el ejercicio 94-95, pero paradojicamente, firmó una de las actuaciones más pobres de la década y alargó su agonía deportiva otra temporada. Tras muchos días de especulaciones, Dalmau confirmó el 22 de agosto de 1995 que una empresa de Bartolomé Beltrán se hacía cargo del 83,47% de las acciones de la SAD mallorquina a cambio de unos 100 millones de pesetas y el hasta entonces presidente se retiraba de la primera línea para volver a centrarse en sus compromisos profesionales.

Sin embargo, el doctor Dalmau volvería a irrumpir en el organigrama del club apenas una década más tarde. El ex máximo mandatario reapareció en las oficinas en el año 2003 -al comienzo de la era Cursach- y lo hizo con una aportación de 500.000 euros que han hecho que el mallorquinismo volviera a familiarizarse con su rostro. Vicenç Rotger era otra de las caras más conocidas de la directiva malorquinista y había permanecido en el club desde la época de Miquel Contestí. Su figura había ganado peso a partir del año 2000, cuando Mateu Alemany se hizo cargo de la presidencia. El empresario pasó a ser vicepresidente y tomó el mando en las relaciones institucionales, aunque en los últimos tiempos unicamente ocupaba el cargo de consejero. Hasta ayer poseía el 2,27% de las acciones del club.