Está claro que a Rafael Nadal le van los retos. Hace más de dos
décadas que ningún campeón de Roland Garros gana en Wimbledon.
Apenas hay tiempo para cambiar el juego y aclimatarse a las
necesidades de la hierba, pero el jugador mallorquín se ha empeñado
en jugar bien en Londres. Se ha percatado durante los
entrenamientos que Roger Federer lleva dos años ganando el tercer
Grand Slam pegando liftado y ha decidido no desnaturalizar su
tenis. Ayer, cambiando sólo algunos aspectos, avanzó a segunda
ronda tras eliminar a Vincent Spadea (6-4, 6-3 y 6-0 en una hora y
31 minutos). Ahora le espera Gilles Muller, verdugo de Félix
Mantilla. Si no fuera porque iba vestido de blanco riguroso y
porque se movía con dificultad sobre el pasto, el público hubiese
podido pensar que Rafael Nadal todavía no había salido de la
Philippe Chatrier (la central de Roland Garros). El partido se
desarrollaba desde el fondo de la pista, los intercambios eran
constantes y el mallorquín peleaba cada pelota. En esas condiciones
estaba claro que Nadal saldría vencedor.
Como fue habitual en sus partidos en París, Rafael Nadal saltó a
la pista muy concentrado, imprimiendo un fuerte ritmo desde el
comienzo, con ganas de romper pronto el servicio de su rival. Y ya
en el primer juego dispuso de una oportunidad. Se colocó 30-40,
pero Spadea conectó un buen primer servicio e igualó el juego con
un tiro ganador de derecha. El mallorquín no pudo romper en el
juego inicial como le gusta (0-1), pero a medida que avanzaba el
parcial crecía la sensación de que el break estaba cerca. Con 3-3 y
Rafael Nadal dominando los puntos desde el fondo de la pista,
Spadea vió como el balear se colocaba 15-40. El estadounidense
logró salvar la primera pelota forzando un error de derecha del
balear (sólo cometió ocho errores no forzados en todo el partido),
pero en la segunda oportunidad Nadal conectó dos potentes derechas
paralelas y se anotó el juego (4-3 y saque). El set estaba
terminado porque el tenista de Manacor no estaba pasando el más
mínimo apuro con su servicio, incluso disfrutó de una primera
pelota de set en el noveno juego (5-3 y 30-40), pero su revés
cortado tras alcanzar una dejada se escapó demasiado largo. En el
tenis actual, y más sobre hierba, basta esperar a que llegue tu
turno con el saque y Nadal lo hizo. En el décimo juego aprovechó su
tercera pelota de set y se anotó la primera manga (6-4).
Habían transcurrido 40 minutos, un registro más propio de Roland
Garros que de Wimbledon. Toni Nadal vio que el partido iba a
permitir que Rafael probara otras cosas y le pidió a su sobrino y
pupilo que modificara la táctica. Rafael Nadal no cometía ningún
error no forzado desde el fondo de la pista y Spadea se iba
desquiciando. En el tercer juego el mallorquín logró un break (2-1
y saque) y comenzó a aumentar su presencia en la red. Variaba el
saque-red con el primer servicio potente y buscaba los golpes
ganadores desde el fondo de la pista.
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