Luis García se despidió ayer del Real Mallorca tras ser presentado
como nuevo jugador del Espanyol, aunque su adiós llevaba implícito
un hasta la vista. Después de que sus ya ex compañeros le metieran
vestido en la ducha entre carcajadas, el delantero asturiano
expresó su deseo de regresar a la Isla en el futuro y también
expresó el cúmulo de sentimientos positivos que vivió tanto en el
plano deportivo como, sobre todo, en el personal.
El máximo goleador del conjunto rojillo en el pasado ejercicio
defiende desde el martes los intereses periquitos, pero el equipaje
que trasladó a Barcelona abandona la capital balear repleto de
buenos recuerdos. «Mallorca es un sitio para quedarse a vivir,
porque como aquí sólo me he sentido en Asturias. Me he sentido muy
querido incluso cuando las cosas no iban bien y no existen palabras
para agradecer a los mallorquinistas y a los mallorquines el trato
que me han dado durante todo este tiempo», declaró el punta.
Ayer tuvo la oportunidad de despedirse de la plantilla
bermellona y el vestuario le dispensó un adiós alegre que terminó
con el delantero dentro de la ducha. Como buen bromista no tuvo
reparos a la hora de aguantar la que le tocó recibir a él y explicó
que «me han metido en la ducha, nos hemos reído y, en definitiva,
ha sido todo muy bonito. Me llevo un recuerdo sensacional de la
gente con la que he trabajado y de la afición».
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