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El rey de la tierra se aleja de la arcilla. Rafael Nadal, el mejor jugador del mundo sobre polvo de ladrillo, va a modificar la próxima temporada su calendario para hacerse más fuerte en el resto de superficies. El tenista mallorquín quiere ser más agresivo en la pista y va a descartar la gira sudamericana para quedarse jugando torneos en pista rápida y cubierta en Europa. El objetivo es seguir creciendo y alcanzar el número uno.

Rafael Nadal nunca ha querido convertirse en un especialista sobre tierra batida. Él y su entorno siempre habían defendido que para ser considerado como un buen jugador había que rendir a un alto nivel en todas las superficies. Pero la inoportuna lesión en 2004 en su tobillo izquierdo le ha obligado a pasarse prácticamente todo el curso 2005 jugando en arcilla. Finalizó el curso anterior como el número 51 del mundo y necesitaba asegurarse puntos en febrero y marzo para tener una plaza en los cuadros finales de los Masters Series que se juegan sobre polvo de ladrillo. Y la mejor manera para garantizarse esos puntos era disputar la gira sudamericana (Buenos Aires, Costa do Sauipe y Acapulco).

La apuesta sudamericana le ha dado muchos frutos. Le proporcionó los dos primeros títulos de la temporada (Costa do Sauipe y Acapulco) y le dió una confianza sobre tierra batida que le permitió ganar consecutivamente Montecarlo, Barcelona, Roma, Roland Garros, Bastad y Stuttgart y alcanzar el número dos del ránking mundial. Sin embargo, jugar sobre polvo de ladrillo desde febrero hasta finales de julio ha provocado que su tenis sea excesivamente conservador, lo que le ha impedido cosechar mejores resultados en otras superficies.