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FRANCIA (21+23+31+23): Rigaudeau (3), Mickael Pietrus (23), Florent Pietrus (13), Diaw (9), Julian (2) -cinco inicial-, Parker (25), Weis (5), Gelabale (13), Giffa (0), Schmitt (0) y Diarra (5).

ESPAÑA (21+15+18+14): Calderon (5), Navarro (17), Jiménez (10), Reyes (9), Garbajosa (12) -cinco inicial-, Fernández (0), Cabezas (0), De Miguel (0), Vidal (6), Rodríguez (1) y Vázquez (8).

Àrbitros: Zavlanos (GRE), Bachar (ISR) y Sutulovic (CRO). Sin eliminados. Señalaron técnica a Calderón (m.26) y a Navarro (m.27).

Jorge Muñoa|BELGRADO
Francia bajó del podio continental a España en el peor partido que la selección nacional ha disputado en muchos años, producto de la decepción por no estar en la final y de cuarenta minutos aciagos que los franceses, con un excelente Tony Parker al frente, aprovecharon para colgarse el bronce del cuello.

La cesta aniquiladora de Dirk Nowitzki en semifinales hizo más daño a España que la igualmente mortal de Dimitris Diamantidis a Francia. El duelo franco-español por el bronce acumulaba detrás una tremenda dosis de frustración para ambos equipos, apartados del choque por la cima continental en el último suspiro.

El golpe que los dos equipos encajaron el sábado admitía, de todos modos, matices. Los galos perdieron una ventaja de siete puntos en los últimos cuarenta minutos de partido con Grecia. La selección nacional remontó nueve en poco más de un minutos, tuvo la final en la mano a quince segundos de la bocina y el alemán Dirk Nowitzki se la arrebató cuando faltaban tres segundos.

Es decir, la disposición anímica de Francia debía ser peor, al , menos en la teoría. Las suposiciones, en cambio, sólo son eso, posibilidades, no certezas. Los hombres de Claude Bergeaud lo demostraron con hechos. Les bastó verse a seis puntos de España (3-9 m.3) para recordar que lo que había en juego era una medalla europea, de bronce, pero medalla.

El chispazo que activó la máquina francesa emergió del contraataque. Tres balones recuperados dejaron a los hermanos Pietrus, Florent y Mickael, correr en solitario a la canasta española y meterla hasta el codo y, que se sepa, lo que más daño hace de los contragolpes y los mates no son los puntos encajados, sino el efecto psicológico que tienen sobre el rival.

España soportó como pudo el primer cuarto, aunque sin poder ocultar su maltrecho estado anímico. Un triple de Fran Vázquez dejó el tanteador empatado (21-21) cuando el base de los Spurs de San Antonio (NBA) Tony Parker ya hacía de las suyas sobre el parqué del Belgrado Arena.

Parker, Boris Diaw y el madridista Mickael Gelabale destrozaron a una selección española moralmente desecha en el segundo corte. Las diferencias tomaron un cariz preocupante (39-28) sin gestos ni actitudes que ayudasen a pensar en una reacción por parte del equipo nacional. Nada, salvo rabia a duras penas contenida.

Jorge Garbajosa había avisado el día anterior de lo desagradable que podía llegar a ser un partido como este. Pero el pívot del Unicaja también incluía en esa premonición a los franceses. Ellos se desmarcaron de la afirmación del madrileño con una mejor disposición mental y, sobre todo, con mucho mejor baloncesto.