El equipo balear volvió a alojarse ayer en el sótano de la
Primera división, pero las 24 horas que pasó fuera de peligro
ayudaron a reconstituir la coraza del plantel y a aclarar un
panorama al que los resultados le habían dado un tono demasiado
oscuro. El ajustado triunfo del pasado miércoles acabó con casi
cuarenta días de sequía en los que el devenir por el campeoato se
había convertido en una tortura y la única victoria que reflejaba
el casillero isleño hasta ese día era la goleada conseguida ante la
Real Sociedad, que sólo había sido acompañada de dos tristes
empates ante Getafe y Racing de Santander. Por eso, cuando Pérez
Lima señaló el final del encuentro los jugadores lo celebraron como
si hubiese un título en juego. Lo importante era ganar para tapar
fugas y el objetivo se ha había cubierto con más oficio del que se
le intuía al vestuario.
El próximo reto es también infranqueable. Para evitar que el
trabajo del miércoles se pierda en la inmesidad del torneo, a la
escuadra de Cúper le va a tocar aprobar una de las asignaturas que
más se le han atragantado durante su historia reciente: la
regularidad. No se concibe la escalada si no se puntúa en Son Moix
ante el conjunto de Juande Ramos, pero además, la cita del domingo
presenta una grave peligro. Todo el equipo es consciente de que
otra caída como local volvería a encender los ánimos de la hinchada
y podría desatar de nuevo la crisis. Y en esta ocasión podría
acarrear unas consecuencias fatales.
El rostro de Cristiano Doni era el que mejor resumía ayer el
sentimiento rojillo. El italiano, que se erigió en el héroe de la
jornada gracias a su extraño tanto ante el Celta, desveló un
curioso paralelismo entre su situación y la del equipo y reconocía
que su gol ponía fin a un calvario que se había prolongado durante
el último año y medio: «Ese tanto significa mucho para mí porque
había estado lesionado, sin equipo y lo había pasado francamente
mal durante todo este tiempo. Viví un periodo muy complicado
marcado por el infortunio y apenas jugaba, y yo tengo 32 años...»,
señalaba el romano a la hora de analizar el noveno episodio del
campeonato.
Doni añadió que «he trabajado mucho para llegar hasta aquí y
esto tiene que ser el punto de partida hacia mi mejora. Sólo espero
que el físico me acompañe». En esa dirección, el internacional
transalpino destacaba que «me siento bien y tener que encadenar 180
minutos en pocos días me parecía muy complicado porque hacía ya
mucho tiempo que no tenía que hacerlo. Me ha sorprendido
positivamente mi resistencia, pero sigo pensando que lo puedo hacer
mejor».
Progresar
Doni, que llegó este verano a la Isla procedente de la histórica
Sampdoria, reconoció que de cara al domingo el equipo puede
progresar y echó mano de la profundidad del vestuario para sostener
las esperanzas del plantel a corto plazo: «Somos 22 jugadores y
podemos jugar todos. Yo pienso que los que se quedan fuera del
equipo son incluso más importantes que los que salen al campo. Mi
experiencia me dice que es básico que esos que no juegan estén bien
para salir en cualquier momento», comenta. El jugador italiano
alargó sus explicaciones y recordó que a pesar de que no conoce el
campeonato, «el Mallorca no tiene tan mal equipo como para estar
donde estaba».
Con los ánimos renovados y el Sevilla a punto de asomarse la
cabeza por Son Moix, el Mallorca va a intentar romper un maleficio
que el curso pasado sólo superó cuando ya se había resignado al
descenso. Y es que la última vez que se encadenaron dos triunfos
fue tras vencer a Athletic (4-3) y Deportivo (0-3) en mayo de este
año.
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