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Pese a los altibajos que los últimos años han deparado, el Club Ciclista Defensora Sollerense volvió a recuperar la gran clásica cicloturista de la Serra de Tramuntana. La vigésima edición de la Baixada a Sóller-III Memorial Jaume Oliver, sirve para recordar la figura de una de las personalidades que más hizo por el deporte en la Vall y de paso, para instaurar una tradición que une por carretera Valldemossa y Sóller. La cita era el pasado domingo, a las 10 de la mañana. Valldemossa marcó el punto de partida a más de doscientos participantes que desafiaron al frío y al madrugón para darle juego a sus bicicletas de carretera o mountain bikes. El recorrido deparaba un paso por Deià y por el Port de Sóller, antes de llegar a la capital de la Vall.

Allí, les esperaba una buena merienda para reponer energías y comentar las incidencias de una prueba que contó con la participación de ilustres del pelotón como el profesional del Illes Balears-Caisse d'Epargne Joan Horrach, que dio más lustre a la Baixada a Sóller con su presencia y deleitó a los aficionados con su sola presencia, todo un reclamo. El de Deià, que semanas atrás renovó su compromiso con la escuadra capitaneada por Eusebio Unzúe y José Miguel Echávarri, contó con la colaboración de los consistorios de Valldemossa, Sóller, Fornalutx y Deià, además de Protecció Civil, las policías locales que los municipios por los que discurrió la prueba y muchas firmas comerciales que ayudaron a que la Baixada a Sóller volviera a adquirir forma.

Y van veinte años de tradición que el Defensora Sollerense quiere se se prolonguen con el paso del tiempo. Buena parte del recorrido transcurría cuesta abajo, lo que hizo más plácido el paso de los kilómetros. La marcha, reservada para todas las categorías, dejó ver que la Baixada a Sóller tiene futuro y merece un hueco dentro de las más importantes pruebas del calendario cicloturista de las Islas.