Foto: F.ORDÓÑEZ

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El Mallorca no cambia. Hace lo de siempre. Se encierra atrás, espera los zarpazos del rival, lo rifa todo a que alguna contra derribe a su enemigo y se derrumba después de la pifia de cada tarde. Además, parece que sólo rema hacia la portería contraria cuando nada a contracorriente... Que caiga el primero parece cuestión de tiempo. Fue marcar Oscar y deshacerse como un castillo de naipes el equipo, que encajó dos goles en dos minutos. A la desorientación general contribuyó Cúper, que se permitió el lujo de prescindir de Arango y sentar a tres jugadores de corte ofensivo a su lado, entre ellos el argentino Pisculichi, que disputó los últimos veinticinco minutos en su estreno en la Liga.

Intentó el técnico rectificar en el segundo tiempo con la entrada de Okubo, Arango, que convocó a la esperanza con el 1-2, y el propio «Piscu», pero fue tarde. Demasiado tarde. Y es que desperdiciar más de la mitad de un partido parece una actitud suicida para un equipo que no anda precisamente sobrado de talentos y que llega al ecuador de la competición en descenso... (3-1). Cúper entregó un guion inesperado. Encerró a Cortés y a Arango en la celda del banquillo y metió en la arena a Maciel y Farinós. Doni asumió mayor protagonismo en las filas enemigas y Víctor se fijó entre los centrales. Esa telaraña despistó al Zaragoza, que empleó demasiados minutos en tratar de encontrar la fórmula para superar el cerrojo balear. Se enredó en la incomprensión y desesperó a la grada por sus entregas al rival.

El Mallorca hizo los deberes en el primer cuarto de hora. Con Pereyra barriendo todos los balones y Doni mirando de reojo a Celades, el Zaragoza se estrelló en su intento. A pesar de que el grupo maño se apoderó del balón, las mejores ocasiones fueron para el bloque de Cúper. A balón parado, el Mallorca miró de frente al peligro. Fue tras un servicio de Farinós al segundo palo, una dejada de Pereyra y un intento de chilena de Doni. Al minjuto siguiente, Tuni lo intentó con un disparo que rozó la escuadra.