TW
0

Miguel Luengo
La victoria de Rafael Nadal sobre el suizo Roger Federer en la final del torneo de Dubai puede marcar un antes y un después en una rivalidad, calificada ya de «histórica» por el propio jugador suizo, entre las dos primeras raquetas del planeta. «Creo que vamos a tener una fantástica rivalidad», afirmó Federer tras ver cortada su racha de 56 partidos ganados en pista rápida por el bravo jugador español. Una frase en la que el tenista de Basilea asumía que no sólo encontrará dificultades contra el de Manacor en tierra batida, donde siempre ha dicho que Rafa es superior a él, sino también en las rápidas, donde ya Nadal le ha derrotado en dos ocasiones.

El tenis echaba en falta una rivalidad como esta, después de los duelos épicos McEnroe-Borg, McEnroe-Lendl o Sampras-Agassi. Algo que beneficiará el espectáculo y sobre todo creará una expectación que ya se encargarán las firmas patrocinadoras de explotar al máximo. La diferencia entre los dos estriba en que son amigos, quizás no íntimos, pero si lo suficiente para respetarse, dentro y fuera del vestuario. Nadal se refiere a Federer como posiblemente el mejor de la historia en este deporte, por encima incluso de Pete Sampras o Rod Laver, aunque le duela al alemán Tommy Haas, quien en Melbourne este año dijo que todavía le quedaban al helvético cosas por demostrar, al criticar su habilidad en la tierra batida.

Nadal es feliz con esta rivalidad y saborea también los triunfos de su enemigo. Así, no dudó un segundo en enviar un mensaje al móvil de Federer cuando ganó en enero su segundo Abierto de Australia. Lo mismo que Roger visitó al de Manacor en su habitación en un hotel de Basilea para animarle, cuando no pudo competir allí por lesión. Federer asume que por el momento, solo Wimbledon es terreno prohibido para el zurdo español. Pero solo por el momento, porque el pupilo de Toni Nadal ha aprovechado el tiempo de su descanso forzoso observando vídeos de su amigo suizo, intentando mejorar su saque, pensando ya en la hierba.