Empezando por el centro. El equipo isleño acusó la baja de
Basinas, su guía y faro. Pereyra se tuvo que multiplicar para
taponar los boquetes mientras Doni jamás encontró su sitio. Los dos
sacaron sacaron bandera blanca ante Borja Oubiña, netamente
superior. Por las bandas, Jonás y Tuni se contentaron con intentar
carreras imposibles de cuarenta metros. Y arriba, Víctor y Arango
se estrellaron ante Pinto, un obstáculo excesivo. En defensa, el
Mallorca tuvo un agujero por el centro, la zona de Tuzzio.
Arrancó el grupo balear la cita con una ocasión de lujo, un
centro de Tuni que Arango cabeceó fuera. Todavía no se había
cruzado el primer minuto. Esa acción se convirtió en un aguijón
para el Celta, que comenzó a recuperarse a base de toque y fútbol.
El grupo de Vázquez acababa todos los ataques. Manejado por David
Silva, un tipo descarado que huele a equipo grande, los vigueses
comenzaron a encerrar al Mallorca en su área a base de llegadas,
una catarata de aproximaciones.
Dos disparos de Baiano subieron los decibelios de Balaídos y
calentaron el primer gol. A los seis minutos, el Celta abrió la
lata. Todo nació en un córner, un despeje de Nunes y una volea de
Jorge que le jugó una mala pasada a Prats. El bote despistó al
portero mallorquín, que despejó en corto. Allí, en área pequeña y
en una posición dudosa, Contreras le echó el lazo al regalo con un
chut con la izquierda.
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