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Fernando Fernández|JEREZ
Esta es la temporada de Jorge Lorenzo. Lo había soñado y se hizo realidad. Ni más ni menos que en Jerez. El piloto ha entrado de manera definitiva en la leyenda del deporte balear al obtener la victoria en el Gran Premio de España de 250 centímetros cúbicos, primera prueba puntuable para el Campeonato del Mundo, y lo hizo a lo grande. Además, se sitúa al frente de la general y suma 25 puntos que pueden tener un valor añadido especial. Tenía ganas de darle una alegría a los más de cien mil aficionados que le arroparon. Pero también de darse el gustazo de demostrar que los resultados de la pretemporada no eran fruto de la casualidad.

Cazó la "pole" con una autoridad insultante, y ayer hizo lo propio en carrera. Se dejó los nervios y la inseguridad en el box y el 48 salió a por todas desde el semáforo verde. Tanto que la Aprilia se le fue en el primer acelerón y se situó tercero de inicio. Algo que pronto se encargó de solventar el que será propietario del testigo de Dani Pedrosa. También se convierte en el tercer piloto más joven en vencer en una prueba del Mundial y el primer piloto balear que se instala en lo más alto de la competición con más peso específico del mundo de las dos ruedas.

Ante la sorpresa de todos los teóricos implicados en la carrera por el título, Yuki Takahashi se puso a rueda de Jorge, que en el primer giro ya marcaba las distancias. Rodaba a 1:49, lejos de los cronos de las sesiones de entrenamiento, pero en la recta de meta se veía que su RSW era la más rápida, la máquina a seguir. Andrea Dovizioso iba trepando, arañando posiciones hasta que incluso se permitió la licencia de pasar a Barberá, quien firmó la vuelta rápida (v.2: 1:45.037) y la punta más elevada (245,7 km/h), pero de poco le sirvió ante un Lorenzo que supo dosificar sus recursos, en especial los neumáticos, para mantener la posición de privilegio. No era fácil tarea, pues Dovizioso y Barberá también querían empezar la temporada en lo más alto. Jorge rodaba a 1:45, dos segundos por encima de las previas, y era el referente del quinteto de cabeza que se iba a jugar el podio, y quién sabe si también se jugarán el título. Lorenzo, Barberá, Takahashi, De Angelis y Dovizioso ponían la emoción y a la hinchada en pie. Héctor le lanzó un pulso a su compañero de equipo en la sexta vuelta. Tanto que incluso lideró la carrera durante un giro, aunque en la recta de meta, Jorge le enseñó las garras. Le demostró quién es el mejor.

Porto se iba al box. No es su año. Ahora, De Angelis tomaba el relevo de Barberá, pero tampoco podía hacer nada ante un Lorenzo magiatral. Supo agotar a sus adversarios y cuando obtuvo un margen de tiempo holgado, optó por no forzar con los neumáticos y poner en práctica un pilotaje sin fisuras, pero sin adornos. Tenía la victoria en el bolsillo y no valía la pena dejar pasar la oportunidad de ser, por primera vez en cuatro años de trayectoria en el Mundial, líder del mismo.