Cazó la "pole" con una autoridad insultante, y ayer hizo lo
propio en carrera. Se dejó los nervios y la inseguridad en el box y
el 48 salió a por todas desde el semáforo verde. Tanto que la
Aprilia se le fue en el primer acelerón y se situó tercero de
inicio. Algo que pronto se encargó de solventar el que será
propietario del testigo de Dani Pedrosa. También se convierte en el
tercer piloto más joven en vencer en una prueba del Mundial y el
primer piloto balear que se instala en lo más alto de la
competición con más peso específico del mundo de las dos
ruedas.
Ante la sorpresa de todos los teóricos implicados en la carrera
por el título, Yuki Takahashi se puso a rueda de Jorge, que en el
primer giro ya marcaba las distancias. Rodaba a 1:49, lejos de los
cronos de las sesiones de entrenamiento, pero en la recta de meta
se veía que su RSW era la más rápida, la máquina a seguir. Andrea
Dovizioso iba trepando, arañando posiciones hasta que incluso se
permitió la licencia de pasar a Barberá, quien firmó la vuelta
rápida (v.2: 1:45.037) y la punta más elevada (245,7 km/h), pero de
poco le sirvió ante un Lorenzo que supo dosificar sus recursos, en
especial los neumáticos, para mantener la posición de privilegio.
No era fácil tarea, pues Dovizioso y Barberá también querían
empezar la temporada en lo más alto. Jorge rodaba a 1:45, dos
segundos por encima de las previas, y era el referente del quinteto
de cabeza que se iba a jugar el podio, y quién sabe si también se
jugarán el título. Lorenzo, Barberá, Takahashi, De Angelis y
Dovizioso ponían la emoción y a la hinchada en pie. Héctor le lanzó
un pulso a su compañero de equipo en la sexta vuelta. Tanto que
incluso lideró la carrera durante un giro, aunque en la recta de
meta, Jorge le enseñó las garras. Le demostró quién es el
mejor.
Porto se iba al box. No es su año. Ahora, De Angelis tomaba el
relevo de Barberá, pero tampoco podía hacer nada ante un Lorenzo
magiatral. Supo agotar a sus adversarios y cuando obtuvo un margen
de tiempo holgado, optó por no forzar con los neumáticos y poner en
práctica un pilotaje sin fisuras, pero sin adornos. Tenía la
victoria en el bolsillo y no valía la pena dejar pasar la
oportunidad de ser, por primera vez en cuatro años de trayectoria
en el Mundial, líder del mismo.
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