Resulta imposible pensar en la natación balear de la última década
sin toparse continuamente con alguno de sus éxitos. Roser Vives
Moyà (Palma de Mallorca, 1984) es una de las deportistas más
importantes de las Islas. Medallista europea, finalista en el
Mundial y olímpica en Atenas, la nadadora está rebrotando «después
de haber tocado fondo». El sobreentrenamiento y un accidente de
tráfico le han tenido parada más de medio año. Ahora vuelve a
recuperar la forma y se ha fijado como primer objetivo el
Campeonato de España de verano. No se obsesiona con el Europeo de
Budapest y confía en estar en el Mundial del año que viene y en los
Juegos de Pekín. La noticia más positiva es que «no se me ha pasado
por la cabeza retirarme».
Llegó a los Juegos de Atenas con la condición de medallista
europea y de finalista olímpica, pero en la cita griega vivió una
experiencia negativa. Cayó eliminada en las eliminatorias y regresó
descontenta de su resultado. «No me dio tiempo a concentrarme. A mí
me gusta mentalizarme. Me motiva saber dónde estoy; lo importante
que es la prueba en la que compito. Pero a mi entrenador (por
entonces Joan Fortuny) le gustaba hacer dos entrenamientos. Y entre
que nos levantamos, entrenamos, llegamos al club, no me dí cuenta y
ya estaba compitiendo. Fue todo demasiado rápido. Salí muy lenta y
no me clasifique».
A su regreso de Atenas, Roser Vives decidió darle un vuelco a su
vida y volver a Mallorca. Pero su primer año en la Isla fue un
desastre. El sobrentrenamiento y un accidente de tráfico le dejó un
año en el dique seco. «Hablé con Fortuny para explicarle que quería
volver a casa. Ya había tenido sobrentrenamiento antes del Europeo
de Madrid, pero estuve una semana y media sin entrenar y conseguí
recuperarme. Pero después de Atenas llegué a Palma muy tocada.
Estaba estresada porque no era independiente, tenía que sacarme el
carnet de conducir, buscar piso, la universidad, las ganas de no
quedarme estancada, de seguir arriba. Seguramente fue una presión
demasiado alta». Es imposible que una ganadora se conforme y Roser
Vives es una ganadora. Por eso, y pese a haber tocado fondo, mira
hacia los Juegos Olímpicos de Pekín, aunque con respeto. «Que
llegue a Pekín dependerá de cómo evolucione este año. Si me empiezo
a acercar a mis marcas tendría todavía un plazo de dos años, con lo
que sería posible llegar».
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