Carlos Román
Promociones de doble dirección, cruces de declaraciones, deseos de
venganza... La competencia de los últimos años ha convertido los
cruces entre Mallorca y Espanyol en pulsos cargados de veneno,
enfrentamientos que van más allá de los noventa minutos de juego. A
pesar de que no existe entre ellos ningún vínculo territorial y de
que sus batallas siempre han estado en un segundo plano, el pique
entre rojillos y periquitos se ha agudizado en las últimas
temporadas de manera notable, probablemente por culpa de las
penurias deportivas a las que han sido condenados uno y otro de un
tiempo a esta parte. Esta temporada el calendario ha vuelto a ser
caprichoso y ha querido que sus caminos coincidieran en el tramo
más excitante de toda la temporada; a falta de ocho jornadas y con
la amenaza del descenso ejerciendo una presión agobiante. El
domingo Son Moix será testigo de un nuevo asalto del combate y,
teniendo en cuenta las consecuencias de una derrota en cualquiera
de los dos bandos, probablemente tampoco será el último.
Fútbol/Real Mallorca
Historias de un desencuentro
La rivalidad entre Mallorca y Espanyol, que nació en la década de los sesenta, se ha agudizado tras los agrios enfrentamientos de los últimos años
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