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El Barcelona afronta ante el Real Madrid, aunque sin decirlo, un clásico descafeinado por la ventaja de once puntos que tiene sobre su eterno rival que puede zanjar la carrera por el título de liga y dejar las manos libres al equipo azulgrana para recibir al Benfica en la Liga de Campeones. Sólo la fuerte carga emotiva que envuelve los duelos con el Real Madrid concede interés a un partido que, de otra forma, corría riesgo de pasar desapercibido en el Camp Nou. Por esta razón, el técnico holandés, Frank Rijkaard, ha tenido que sacarse de la manga todos los tópicos para motivar a sus jugadores y al público.

Rijkaard pretendía sentenciar el pasado martes la eliminatoria de Liga de campeones ante el Benfica para que los suyos se centraran en el Real Madrid, pero tampoco le salió bien la jugada (0-0). Los únicos apoyos obtenidos son el regreso del capitán Carles Puyol, cuya entrega en cada partido está fuera de dudas, y las declaraciones del lesionado Xavi Hernández, quien ha asegurado con la distancia que le brinda su situación que la liga quedaría sentenciada hoy en caso de triunfo azulgrana.

El Real Madrid viaja con la única idea de conseguir una victoria balsámica que le afiance en el segundo puesto, pues toda la plantilla reconoce que ganar la Liga, salvo hecatombe azulgrana, es prácticamente imposible. Por eso los blancos viajan a Barcelona obsesionados con la victoria, que de paso les daría un extra de motivación y una de las pocas alegrías que les puede deparar esta temporada.