El Mallorca volvió a quedarse a medias en una de las jornadas más
determinantes de la temporada. La afición rojilla, que había
preparado una fiesta para celebrar el que podía haber sido un paso
casi definitivo hacia la permanencia, se quedó con las ganas de
celebrar el segundo triunfo consecutivo del equipo en Palma y se
marchó a casa más preocupado de lo que estaba hace unas
semanas.
Y eso que la tarde había comenzado de forma inmejorable. Casi
ochenta Harley Davidson se movilizaron para arropar a la plantilla
isleña y a primera hora de la tarde se desplazaron a su hotel de
concentración para acompañarles después en su camino hacia el
estadio. La comitiva motera fue abriendo camino al autocar entre un
espectacular rugido de motores y protagonizó alguna que otra escena
curiosa, ya que los dos equipos llegaron al mismo tiempo a Son
Moix. Tras recibir al cuerpo técnico y a los jugadores como si
fuera el último partido del campeonato, los moteros accedieron al
interior del estadio para ser recibidos por Vicenç Grande y posar
después para una simpática instantánea. Después, el juego y el
resultado impidieron que los festejos se prolongaran, aunque
todavía hubo tiempo para los agradecimientos a Luis García y los
reproches a Pandiani.
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