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Fernando Fernández
La montaña es un terreno en el que Joan Sebastià Horrach Ripoll (Deià, 1974) se desenvuelve con soltura. El Giro de Italia 2006, la primera de las tres grandes del calendario ProTour, comparece desde el próximo sábado y hasta el domingo 28 de mayo con numerosos alicientes para el veterano profesional, que no quiere dejar pasar la oportunidad de hacer algo importante en una prueba de tres semanas. Horrach será el único mallorquín en la salida de Seraing (Bélgica) y es uno de los nueve elegidos por Eusebio Unzúe para intentar firmar un buen papel en la ronda transalpina. Será su segunda aparición -en la pasada edición compartió filas con Vicenç Reynés y Toni Tauler- en la prueba y con 32 años, está dispuesto a echar el resto y conseguir algo importante. «Si tengo la oportunidad de luchar por una victoria de etapa, lo haré, pero voy a trabajar para el equipo», explicaba Horrach, quien desde hace dos semanas lleva a cabo un duro entrenamiento en altura en Navacerrada. En la sierra madrileña busca adaptarse a los fuertes cambios de altitud, que pueden llegar a los cuatro mil metros durante la carrera.

Han sido días duros para el mallorquín, que acumulará cerca de dos meses fuera de su domicilio entre el entrenamiento previo y las tres semanas de carrera, porque Joan espera «llegar a Milán y con una buena posición en la general». Y es que Horrach pasará el día de hoy en Deià, pasa viajar mañana con el resto del equipo hasta Italia conla finalidad de pasar las pruebas médicas previas al prólogo de 6,2 kilómetros que el sábado abrirá el Giro en la localidad belga de Seraing. Horrach se ha costeado de su propio bolsillo los gastos de la estancia en Navacerrada, con la aprobación del director deportivo del Illes Balears-Caisse d'Epargne, que de cara a la ronda italiana contará con el ruso Efimkin y el italiano Fertonani como principales bazas de cara a la general, sin descartar las posibilidades de victorias de etapa con el propio Horrach, Iván Gutiérrez o Fran Pérez. José Luis Carrasco, Imanol Erviti, Cegarra y Mikel Pradera completan el nueve de la escuadra dirigida por Unzúe.

La posibilidad de poder entrenar alternando desniveles de dos mil metros de manera constante ha sido uno de los motivos que han llevado a Joan a aislarse del entorno para reliazar la puesta a punto de cara al Giro. El balear, que portará el dorsal 36, califica de «aventura» la presente entrega de la puja por la Maglia Rosa y deja ver que, además de ser una edición «muy montañosa, cuenta con la dificultad añadida de que tendremos que pasar por puertos que ni tan solo están asfaltados». Por ello, ha optado por no dejar ningún detalle sujeto a la improvisación. «Nunca había hecho una preparación así y creo que puede ir bien, pero será la carretera la que nos pondrá a cada uno en su lugar. La verdad es que me encuentro mejor, pero hay que ir día a día...».