TW
0

Amador Pons|PARIS
Maldita Suzanne Lenglen debía pensar Carlos Moyà a las cinco de la tarde. Instantes después de quedar eliminado en la tercera ronda de Roland Garros ante Nikolay Davydenko (6-1, 7-5 y 6-3), el tenista mallorquín seguía lamentando la elección de la pista, la más lenta de todo el complejo. En una arcilla completamente húmeda pese a que durante todo el día lució el sol, una circunstancia que condenó al balear. El ruso se cansó de pegar líneas y avanzó hasta los octavos de final pese a sus molestias en el hombro. El inicio del partido fue un presagio de lo que sucedería las dos horas posteriores. Davydenko ganó el primer juego en blanco al resto a base de tiros muy potentes tanto con la derecha como con el revés. Muy cerca de las líneas, una pelota a cada lado (0-1). No había hecho más que empezar y Moyà ya tenía el camino cuesta arriba. Davydenko estaba mostrando un ritmo tremendo y Moyà intentaba sobrevivir con su primer servicio (1-3). El ruso no quitaba el pie del acelerador y en el quinto juego dio un nuevo zarpazo. El mallorquín había salvado dos bolas de break con dos saques ganadores, pero en la tercera no pudo mantener el intercambio y cedió nuevamente su servicio (1-4).

El marcador era contundente pero no reflejaba la igualdad que existía en la pista. En el sexto juego Moyà volvió a tener una oportunidad para romper, pero Davydenko lanzó su primer saque a 214 kilómetros por hora y pegó una derecha ganadora (1-5). Sin embargo, al juego siguiente, un revés cortado del balear que se quedó en la red permitió al ruso cerrar la primera manga por un engañoso 1-6. La pendiente crecía todavía más al comienzo del segundo parcial. Davydenko se mostraba intratable con su saque (0-1) y Moyà lo pasaba mal con el suyo. Porque con ventajas al resto el ruso lanzó una poderosa derecha muy profunda y la defensa de "drive" cortado del balear se marchó demasiado larga (0-2). El set se complicó todavía más con el saque del ruso (0-3) y el balear, totalmente desesperado, rompió su raqueta contra el suelo camino de la silla.

Mientras en Boris Yeltsin saludaba al público durante el cambio, Davydenko planeaba cómo darle la puntilla al partido. Moyà no había podido cerrar su servicio y, con ventajas al resto, el ruso salvó un punto que tenía perdida, recuperó un remate y provocó el error del balear con el revés (0-4). Moyà no sabía como afrontar el partido. Davydenko estaba pletórico. No fallaba. Le pegaba a la pelota muy duro y muy cerca de las líneas, así que el mallorquín optó por reducir sus errores no forzados y trató de cansar al ruso en el intercambio. En el quinto juego logró hacer break (1-4) y mantuvo su siguiente servicio (2-4).