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Protagonistas de los dos culebrones del verano mallorquinista, Juan Arango y Andrija Delibasic representan la cara y la cruz. Mientras el venezolano era recibido como un héroe en su país, el montenegrino paseaba su tristeza por la Ciudad Deportiva. Deli, que la semana pasada rechazó una oferta de cesión al AEK Atenas, ha pedido al club balear ser traspasado. No quiere ni oír hablar de otra cesión. Dos años sin oportunidades en la Isla han colmado la paciencia de un futbolista fichado a golpe de talonario hace dos años y medio, con contrato dos años más, y que en las últimas campañas ha militado en el Benfica y el Sporting de Braga de la liga lusa. Arango, por su parte, recibirá un homenaje el miércoles en su localidad natal (Maracay) antes del amistoso ante Honduras con su renovación y mejora de contrato recién estrenada.

Delibasic es un futbolista hundido. Anímicamente tocado, este nuevo descarte ha agotado su paciencia. El delantero montenegrino, que se reintegró ayer a los entrenamientos tras unos días solucionando unos trámites burocráticos en su país, abandonó la sesión preparatoria sin ganas de hablar, pero con un rostro que lo decía todo. El futbolista montenegrino está molesto. Regresó hace apenas un mes con el equipaje cargado de ilusión y la esperanza de formar parte del nuevo proyecto. Pero otra vez ha visto cómo su nombre figuraba en la lista de los transferibles. Gregorio Manzano, al igual que anteriormente Héctor Cúper, prefiere un delantero con «otro perfil». Y el jugador quiere irse ya. Ni él ni su familia -tiene una hija de apenas dos meses- desean seguir perteneciendo al Mallorca y en las próximas horas abandonará el Mallorca para no volver. Al menos si se cumple su deseo. Su estado anímico quedó reflejado durante la intensa sesión preparatoria de ayer.