Jorge Lorenzo celebra el triunfo, ayer, en el podio. Foto: HEINZ-PETER BADER

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Fernando Fernández
Mucho ha cambiado Jorge Lorenzo desde aquella mañana del 5 de mayo de 2002. Un día para los anales. Porque el motociclista mallorquín debutaba en el Campeonato del Mundo de velocidad y se convertía, casi sin quererlo, en el piloto más joven en hacerlo. Tenía 15 años y 1 día y rodó en Jerez sin haber podido entrenar en las tandas previas. Todo ese tiempo le ha servido para madurar como piloto y persona. Para granjearse el respeto de todo el entorno y poder pilotar una máquina ganadora. Comenzó la leyenda a lomos de una Derbi. Una fábrica con un dilatado historial a sus espaldas. Aprilia -otra marca del Grupo Piaggio- no se queda atrás. La moto que le llevará a ser campeón del mundo la conoce bien de su época en las fórmulas de promoción y sólo un efímero paso por Honda completa su currículo en el universo controlado por Dorna.

Prometía mucho Jorge. Formado por su padre, Chicho, Dani Amatriaín le metió de lleno entre la aristocracia de las dos ruedas. Pero no fueron fáciles los inicios, aunque tardó poco en ser el más joven piloto en puntuar en el Mundial (Montmeló, 2002). Y es que acumular récords es otro de sus hobbies. La temporada 2003 iba a cambiar radicalmente su vida. Jorge iba a jubilar a Emilio Alzamora a base de resultados y un pilotaje descarado, de los que hacen afición. Sexto en Catalunya, jamás olvidará este día: 20 de septiembre de 2003. Ni un escenario: Jacarepaguá, o lo que es lo mismo, el circuito Nelson Piquet de Río de Janeiro. En un desenlace de infarto, siete pilotos llegaron en menos de un segundo a la última vuelta. En una maniobra genial, Jorge se puso en cabeza y fue el primero en ver la bandera a cuadros. Con 16 años y 132 días, era el piloto español más joven en ganar un Gran Premio y el segundo de todos los tiempos (superado por Marco Melandri, con 15 años y 324 días).

Giorgio ya era Jorge y su nombre ya resonaba por epaddock con fuerza. Tanto que tres semanas después lograba la primera de las quince «poles» que atesora. Sepang, Malasia, un 12 de octubre de 2003. Se iniciaba otra era, pero en carrera, se tenía que conformar con el tercer puesto. Pero las victorias llegarían en cascada en 2004. Era su año en la cilindrada menor. Como era costumbre, Jorge iba de menos a más y a medida que el curso avanzaba, empezaba a mostrar su potencial y el de la Derbi. Hasta que Assen apareció en su libro de ruta para firmar una victoria inolvidable. Locatelli, Stoner y Dovozioso se quedaban con la boca abierta ante el que iba a ser el animador de la recta final del año. Brno consolidó este cartel y allí volvió a darle gas a fondo para sumar la tercera. Y la cuarta llegó en el final más ajustado de toda la historia. La foto-finish resultó inútil y la mejor última vuelta de Jorge inclinó la balanza en detrimento de Andrea Dovizioso. Otro asalto ganado.