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C.R.
La afición mallorquinista se ha olvidado ya de lo que significa la regularidad y a la hora de seguir a su equipo no gana para sobresaltos. El público que habitualmente acude a las gradas del ONO Estadi soñaba ayer con presenciar la segunda victoria consecutiva de su equipo en casa, pero eso parece una quimera y la realidad volvió a ser implacable. El equipo isleño sigue alternando luces y sombras y aunque por momentos su imagen fue positiva, el salto de calidad que se anunciaba tendrá que seguir esperando.

Las gradas presentaron un buen aspecto y la hinchada se acercó al estadio dispuesta a disfrutar de una buena tarde de fútbol. Por primera vez en lo que va de curso, se observaron ya las primeras reivindicaciones en forma de pancarta y en muchos sectores del campo se criticó la ausencia de Tuni o la titularidad de determinados furbolistas. El Mallorca empezó entonado, pero volvió a caer en los mismos errores de siempre y Forlán agotó sus opciones en cuatro minutos desastrosos que helaron la tribuna. Fue entonces cuando se oyeron las primeras quejas contra algunas de las decisiones de Manzano. Después, el segundo tiempo sólo sirvió para alargar la agonía y asumir que el equipo está todavía muy lejos de su mejor versión.