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Fernando Fernández
Es un partido diferente. Le cuesta a Joan Rubert reconocerlo, pero Miquel Ramis no tarda en hacerlo saber. La rivalidad entre Inca y Palma, las dos ciudades más importantes de Mallorca y los dos puntos claves para el deporte de la canasta, va más allá de lo deportivo y se remonta a los tiempos en los que Gesa Alcúdia y Gráficas García Inca dirimían el título de mejor equipo de Balears. De eso hace unos cuantos años y el devenir de las temporadas dibuja un panorama muy diferente al de aquel partido en el pabellón Sa Creu que aún está caliente en la memoria de los buenos aficionados. A día de hoy, les cobija una de las ligas más poderosas del continente, una LEB qe aguarda el derbi balear con ansiedad. Será el viernes (21 horas), con el Palau d'Esports de Son Moix como escenario y con el ambiente caldeado a pocos días para la cita por excelencia, pero con una deportividad que supera con creces la tensión de la pasada campaña. El último precedente en Ciutat habla de una humillante derrota del Aqua Mágica en la semifinal de la Copa Príncipe de Asturias, pero en la competición regular, el cuadro entrenado en la actualidad por Jareño marca la pauta (2-0).

Joan Rubert y Miquel Ramis, o lo que es lo mismo, los presidentes de Drac Inca y Palma Aqua Mágica, los aficionados de referencia para la calle, escenifican en plena cuenta atrás la trascendencia de un choque en el que hay algo más en juego que una simple victoria que les permita superar a su eterno rival. Con sus equipos instalados en la parte noble de la clasificación, y con un balance idéntico tras diez jornadas marcadas por dos trayectorias diametralmente opuestas, ambos dirigentes esperan que con el partido del viernes «el que salga ganando sea el baloncesto. El deporte y los sentimientos que ambos proyectos han generado entre tanta gente y hacen que nuestro deporte vuelva a ser protagonista».

Ebuen rollo que impera entre ambas directivas en los albores del cuarto partido de la Era LEB es fruto «de la experiencia», pero sabe Miquel Ramis que «todo lo que ayude a que la tensión deportiva crezca, es bueno para un partido así. Aquí es donde nosotros, tanto Joan como yo, podemos actuar. Más allá, son los jugadores los que tienen la palabra sobre la pista. Rubert tiene más tablas y rememora sus enfrentamientos dialécticos en los tiempos en los que compartían cartel LEB con el Menorca. «Todos queremos baloncesto de nivel y estas rivalidades ayudan a estimular a los aficionados. Tuvimos rifirafes con el Menorca, pero siempre hemos mantenido buena sintonía y lo mismo pasa con el Aqua Mágica», significaba el dirigente inquer, quien hallaba la complicidad de su colega, para quien «esta rivalidad deportiva es necesaria».