El piloto mallorquín Jorge Lorenzo, junto a Kenny Roberts en California. Foto: FORTUNA TEAM

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En el corazón de California, a apenas 140 kilómetros de la ciudad de San Francisco, aparece uno de los santuarios del motociclismo mundial. El olor a gasolina y el ruido del motor contrasta con la paz que transmite el vecino Parque Nacional de Yosemite. Allí, en la localidad de Modesto, un mallorquín descarado y con ganas de seguir aprendiendo está viviendo una pretemporada inolvidable. Jorge Lorenzo ha elegido el rancho del mítico Kenny Roberts para perfeccionar su pilotaje, mejorar su inglés y absorber una porción de la sabiduría del tricampeón mundial de 500 centímetros cúbicos.

Desde hace una semana, Giorgio es uno más de los Roberts. Alejado del mundo, con una casa-escuela que ya visitaron los Crivillé, Sete, Kocinski o Rainey, Lorenzo inicia la cuenta atrás para el inicio de la próxima temporada, la primera después del título mundial conquistado en el presente curso. Gimnasios, residencia, pistas de tierra para dominar a la máquina, asfalto... el rancho de Roberts está diseñado para mejorar y con ese objetivo ha afrontado el mallorquín una aventura americana que se prolongará hasta el próximo día 12. La rutina diaria rebosa gasolina. Ruido a motor.

Someterse al método Roberts le servirá como piloto y como persona. Trabajo en pista con la moto, perfeccionando el dominio y el control sobre ella a ritmo de derrapajes, le servirá de aprendizaje para controlar una fiera de 800 centímetros cúbicos en un futuro cercano y a dominar la Aprilia RSW 250 como nunca.