TW
0

Miquel Alzamora
Más mediático que futbolístico. El partido de ayer en el ONO Estadi venía excesivamente cargado de emociones extradeportivas, sobre todo por lo que hace referencia al Real Madrid. Huérfano de «galácticos» el Madrid se presentó en el campo con más pinta de filial que otra cosa. Parecía el Castilla. Sólo faltaba Michel. Bajaban los jugadores del autocar y sólo al ver asomarse por ahí a Casillas, Reyes, Sergio Ramos o Van Nistelrooy uno se daba cuenta de que quien andaba por las inmediaciones de la zona mixta era el Madrid.

Sin Raúl este equipo no parece lo mismo. No por lo que hace dentro del campo, que últimamente no es nada, sino porque su cara de continuo cabreo siempre marca mucho en la previa. Da a entender que hay implicación y concentración. Sin Beckham tampoco es lo mismo y sin Roberto Carlos y también sin Ronaldo. De hecho, el que no estuviera el brasileño era un alivio para Manzano. Van Nistelrooy es hoy por hoy más peligroso -lleva diez goles- pero saber que Ronaldo no está es un alivio. Manzano así lo daba a entender el sábado por la noche en alguna que otra radio a nivel nacional que analizaba con el andaluz la previa del encuentro.

La propuesta
Al final jugó el mismo equipo que en Sevilla -todos salvo Ballesteros-, pero dio la sensación de ser algo más débil en su propuesta futbolística. Pese jugar con uno de los peores Madrid de estos últimos años, los rojillos no llegaban con claridad. Ibagaza -que fue le mejor- parecía estar a años luz del resto, tocaba, manejaba, asistía, taconeaba, repartía, se ofrecía, corría, mandaba. Lo hacía casi todo. Pero no había acompañamiento a su preciosista juego. El pequeño argentino no paraba de construir, pero no encontraba rematador a su trabajo. Las situaciones que era capaz de inventar se enrocaban en las inmediaciones del área, se perdían, se diluían como un azucarillo, se evaporaban en la nada. En definitiva, se perdían ante la desesperación del mejor jugador del Mallorca que incomprensiblemente vio tarjeta amarilla. Los árbitros son así. Suelen castigar al que menos lo merece.

Este año los objetivos de las cámaras también se dirigieron al banquillo blanco, pero no se divisó a nadie comiendo pipas. También hubo otra diferencia con hace once meses, Florentino Pérez no estaba en el palco y sí Ramón Calderón que presidía partido con Vicenç Grande y el president del Govern, Jaume Matas. A Calderón casi no se le vio hablar. Miraba y callaba. Grande hablaba más, sobre todo con Matas, aunque se tapaba la boca con la mano. Hay demasiadas cámaras apuntando como para caer en la trampa. Uno es nóvel en esto, pero aprende rápido. Hoy no habrá ninguna dimisión -en el Madrid claro- ni tampoco se pedirá la cabeza de Capello ni se discutirá el trabajo de los jugadores. Una victoria sirve para esto, para neutralizar problemas como los que también exhibió ayer el equipo blanco sobre el césped. El Mallorca se borró en el segundo tiempo y le dio excesivas facilidades al once de Capello que jugando a medio gas transitó por un fino alambre tocando madera y intentando aguantar hasta el minuto noventa. Partidos como el de ayer son de los que está permitido perder durante un campeonato, pero no es menos cierto que no ganar ante un Madrid aplatanado te deja con mal cuerpo. El mismo mal cuerpo que parece tener Capello con la prensa y que ayer exhibió otra vez al final del encuentro cuando, con mirada desafiante, se metió en el túnel. Es de agradecer que no extendiera el dedo corazón como hizo hace una semana a la conclusión del partido disputado frente al Zaragoza. El italiano recibió ayer un gran regalo de Reyes que le permite respirar con tranquilidad.

Terminó la primera vuelta para todos, también para el Mallorca que despide esta «apertura» con sólo una victoria en su casillero como local, la conseguida frente al Español. No es un buen registro, en absoluto y es indispensable variarlo en la segunda vuelta. De lo contrario se volverá a sufrir en exceso cuando se aproxime el final de la temporada regular.

Con la Copa del Rey finiquitada -cayó eliminado ante el Deportivo- sólo la Liga toma capital importancia en el vestuario mallorquinista. Ayer el esfuerzo fue importante, muy importante, no se puede negar ni el esfuerzo ni la capacidad de sacrificio, pero se vuelve a lo de siempre y una vez más hay que tocar el punto que menos gusta a los delanteros: no hay pegada ni gol y además ayer el máximo artillero estaba en el banquillo. Manzano sabrá por qué. En Sevilla le salió bien, eso es una realidad. Ayer no. Pero el Madrid queda ya en la historia de esta temporada. La reflexión final. Falta gol. Habrá que comprarlo.