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La crisis llama a la puerta. Las consecuencias dedomingo negro han encendido de nuevo todas las alarmas en el seno del Real Mallorca, que divisa el horizonte con preocupación. Los últimos resultados -su derrota y las victorias de Celta y Athletic- le han situado al borde del abismo. A sólo un punto por encima de la zona de descenso. En el trasfondo de la derrota en Montjuic aparecen un puñado de nombres, aunque los focos de la crítica apuntan al delantero centro. Al «9». Al responsable de marcar los goles. La paupérrima tarjeta que presenta Maxi López, al que las estadísticas (dos tantos en 1.246 minutos) señalan como el peor ariete de la competición, le ha situado en el ojo del huracán. En el centro de cualquier debate. La productividad del delantero argentino está lejos de las expectativas creadas el pasado verano, cuando fue presentado como el fichaje estrella de la temporada. Unos meses más tarde, Maxi se presenta como la mayor decepción del curso. No sólo por sus números, sino por su incapacidad para convertir las clarísimas oportunidades de las que dispone en cada encuentro. En la cita ante el Real Zaragoza, Maxi López desperdició dos ocasiones de lujo. Y el pasado domingo, al inicio del segundo acto, envió a la basura un centro preciso desde la derecha.

La presencia en el equipo rival del ex mallorquinista Luis García ejerciendo de verdugo, con dos goles y una exhibición de pegada, ha agrandado la brecha y su titularidad monopoliza todas las tertulias. Víctor y Arango se antojan como los posibles recambios de cara a la cita del próximo domingo en El Madrigal. ¿Tristán? Parece condenado al ostracismo. El pasado domingo ni siquiera calentó a pesar de que el equipo estaba perdiendo. Maxi jamás ha conectado con el gol. Ni en su etapa en River Plate (siete tantos en cuatro años) ni en el Barça (no se estrenó en la Liga). Pese a esos números, el argentino se presentó en la Isla como el faro ofensivo y Manzano le entregó la responsabilidad desde el primer día a pesar de su sequía durante estage de concentración en Kössen. Titular en las tres primeras jornadas, su primer gol llegó curiosamente saliendo desde el banquillo. Fue ante el Espanyol el 24 de septiembre y Maxi desvió un centro chut de Jankovic. Ese gol le devolvió de nuevo a la titularidad, que perdió dos semanas más tarde. Su mal partido ante el Barcelona, que posee sus derechos, le envió casi un mes y medio a la celda de castigo. Reapareció como titular en Sevilla y marcó un gol clave.

Desde entonces, sus apariciones han estado marcadas por los errores, que incluso le han costado más de un abucheo en casa. Su falta de gol se ha convertido en un problema enorme que está arrastrando a todo el equipo. Acumula seis partidos seguidos en el once y un puñado de remates desperdiciados. Su rendimiento está monopolizando todas las tertulias. El hecho de que un central como Nunes haya marcado más goles que él refleja la sensación de decepción que invade al mallorquinismo. ¿Seguirá Maxi en el once? El domingo saldremos de dudas.