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Miquel Alzamora
Real Mallorca y Levante siempre tendrán una relación especial y que vendrá marcada por los oscuros acontecimientos que tuvieron lugar hace dos temporadas cuando ambos equipos, al igual que ocurre ahora, luchaban por eludir el descenso de categoría. La presión añadida que supone la lucha por evitar caer al pozo de Segunda llevó al entonces presidente del Levante, Pedro Villarroel -actualmente máximo accionista del club- a iniciar una guerra psicológica donde el principal perjudicado fue su equipo que consumó el descenso a Segunda División.

El equipo levantino visitó Mallorca el 26 de febrero de 2005 con Bernd Schuster en el banquillo imponiéndose por un gol a dos al equipo de Cúper. Era la jornada 25 y en esos momentos el conjunto azulgrana ocupaba la posición número 13 con 30 puntos. El Mallorca ocupaba posición de descenso, era penúltimo con 21 puntos. En el Levante no entraba en sus planes el descenso pero poco a poco todo empezó a torcerse. Perdió consecutivamente ante Athletic y Deportivo, empató frente al Betis y después siguieron tres derrotas más ante Real Madrid, Getafe y Málaga.

A falta de cuatro jornadas Villarroel hacía el mejor favor que podía hacerle al Mallorca, destituir al entrenador alemán y contratar a José Luis Oltra. El cese del Schuster se confirmaba el domingo 1 de mayo. Al día siguiente Villarroel acuñaba una frase para la historia. «Lo siento mucho por Mateo Alemany, porque es mi amigo, pero el Mallorca es carne de Segunda». Con amigos así.