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El 24 de octubre de 2005 comenzaron los males de Rafael Nadal. Al tiempo que se alzaba con el Masters Series de Madrid, el tenista mallorquín sufría una lesión en la inserción del ligamento peroneo-astragalino (en el empeine) de su pie izquierdo. Llovía sobre mojado. Un año antes en Estoril había sufrido una fisura por estrés en el escafoides (a unos milímetros del peroneo-astragalino). Desde entonces, Nadal debe jugar con unas plantillas que le obligan a apoyar de manera distinta y que le provocan constantes lesiones musculares. Unas molestias que probablemente le acompañarán el resto de su carrera y que obligan a Nadal a jugar con hándicap desde hace más de un año. No es fácil pelear con Roger Federer por el trono de la ATP, y menos si tu físico está en una alarma constante. Rafael Nadal ha aprendido a convivir con los dolores y los parones forzados. Su pie izquierdo le impide competir con regularidad y a su mejor nivel en determinadas superficies, lo que está mermando sus resultados. Conscientes de que la pista rápida se ha convertido en el peor enemigo, el entorno demanacorí ha diseñado un nuevo plan.

El problema es simple. Para proteger el pie izquierdo es necesario jugar con plantillas y las plantillas le obligan a pisar de manera distinta. Sobre tierra batida sus articulaciones sufren menos, pero en pista rápida se convierten en sobrecargas en el gemelo, los isquitibiales o el cuádriceps. Conociendo el problema la solución es simple: jugar más sobre tierra batida y menos sobre pista rápida. A estas alturas de temporada, Rafael Nadal ya podría haber ganado dos o tres torneos -los cuadros de las citas sudamericanas son muy pobres-, pero este año han surgido condicionantes que le han obligado a quedarse en Europa. La Copa Davis y los compromisos que había adquirido la temporada anterior han hecho que se apuntara a los Torneos de Marsella (no pudo jugar por lesión) y de Dubai, en lugar de estar compitiendo en Viña del Mar, Buenos Aires, Acapulco o Costa de Sauipe, donde los rivales son muy inferiores y donde probablemente se hubiera alzado con la victoria en las citas en las que hubiera participado.

De hecho se aproxima el tramo de temporada más propicio para Rafael Nadal. Los Masters Series de Indian Wells y Miami son torneos que se disputan sobre pista rápida, pero en los que el mallorquín puede firmar buenos resultados. Aunque será después de la Copa Davis (España juega en Estados Unidos entre el 6 y el 8 de abril) cuando el circuito ATP se traslade a la arcilla. Desde el Masters Series de Montecarlo (del 16 al 22 de abril) hasta Roland Garros (del 21 de mayo al 3 de junio), Rafael Nadal se va a sentir cómodo, aunque obligado a defender cuatro títulos. Montecarlo, Conde de Godó, Roma y Roland Garros -suponiendo que renuncie a Hamburgo como en las dos últimas ediciones- son citas que han visto coronarse al mallorquín en las dos últimas ediciones y que serán claves para que la confianza de Nadal llegue a su máxima expresión.