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El Mallorca no despega. El conjunto que dirige Gregorio Manzano sigue en observación después de 26 jornadas y su estado de salud presenta más dudas que nunca. Pese a sus continuos intentos por escapar de la zona baja, el grupo isleño no ha logrado un solo punto a domicilio en esta segunda vuelta, lleva más de cuatro meses sin dejar su portería a cero y ha sido incapaz de conectar dos victorias de forma consecutiva en toda la temporada.

Con estos datos sobre la mesa y su autoestima gravemente dañada, la escuadra está obligada a darle un vuelco a su trayectoria desde este mismo fin de semana. De lo contrario, le aguarda un final de campaña lleno de dificultades que podría condenarle definitivamente ainfierno.

La humillante derrota de Anoeta (3-1) ha acentuado la irregularidad de un equipo que lleva varios meses caminando sobre el alambre. La travesía bermellona está minada de altibajos y a excepción de lo acumulado durante el mes de octubre, en el que estuvo cuatro jornadas seguidas alejado de la derrota, se ha mostrado tan intermitente que no ha podido apartarse de la amenaza del descenso desde el mes de diciembre.