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Fernando Fernández
Rivas Futura (en dos ocasiones, la última el pasado curso), León y Universitario de Ferrol se han encargado de frustrar el sueño de una entidad que es sinónimo de historia del baloncesto mallorquín. El primer equipo del Joventut Mariana se ha granjeado el respeto del deporte de la canasta a través de una dilatada trayectoria que se ha visto culminada con su irrupción en la Liga Femenina 2.

Cinco temporadas les han servido para permitir a la Vall ocupar un lugar notable en el mapa de la canasta nacional, pero también para vivir una larga lista de decepciones que no han minado la moral de Joan Puigserver y una junta directiva que, año tras año, destila ambición e ilusión con una meta clara que pasa por alcanzar la Liga Femenina.

La máxima categoría del baloncesto femenino estatal se ha erigido en su cuenta pendiente. Cuatro semifinales les han privado de entrar a formar parte del selecto club al que accedió el Puig d'en Valls allá por 2002 y, en el único precedente en la Isla, el recordado Flavia (77/78), cuyos pasos quiere seguir un Olis que concentra todas sus ilusiones en una fase de ascenso que vuelve a poner sobre la mesa todas las opciones de un proyecto sólido, que exprime al máximo sus recursos sin malgastarlos y juega con maestría en el mercado para contar con efectivos de calidad que marcan las diferencias.