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Nunca unas zapatillas habían dado tanto juego. Si la batalla de las superficies fue para Rafael Nadal, Roger Federer ganó eotro duelo, el que se vivió en la silla. Ahí abajo, el suizo fue más rápido que Nadal en los ¡20! cambios de calzado que realizó cada jugador al pasar de una superficie a otra. Cada dos juegos, el mismo ritual: desatarse los cordones, descalzarse y coger las otras zapatillas situadas sobre un atril de metacrilato situado a su lado y con todos los detalles: con hierba el del suizo; con tierra el del mallorquín. La carga añadida de Rafael, que debía cambiar de calzado y de plantilla, le hizo demorarse más de dos minutos en cada descanso y perder el duelo en beneficio del suizo. Ese show del subsuelo aliñó el que quizás haya sido el acontecimiento deportivo con más repercusión celebrado jamás en la Isla. Retransmitido para 22 países en directo, desde Estados Unidos a Singapur pasando por Suiza, la región del Golfo Àrabe, Latinoamérica, India, Japón, Sudáfrica, China o Hong Kong, con una audiencia potencial superior a los sesenta millones de espectadores, la batalla arrancó con una improvisación organizativa -los operarios pegaban las firmas patrocinadoras en la lona que cubría la pista apenas media hora antes de iniciarse el encuentro-, prosiguió con una presentación de lujo, con los tenistas desfilando entre el público, y un partido propio de una exhibición, con las virtudes y defectos que arrastra un show inédito.

Las entrañas del Palma Arena entraron en ebullición a primera hora de la tarde. Al filo de las 15.30 horas, miles de espectadores aguardaban ya en los accesos al recinto, que se abrieron con cierto retraso. A medida que la hora del inicio se acercaba, por la pasarela del multiusos comenzaban a desfilar los vips. Pere Rotger, Ramón Socías, Catalina Cirer, Rosa Estarás, Maria Antònia Munar, Toni Pastor, Carlos Moyà y sus padres, Manuel Santana, Jordi Arrese...El palco se quedó pequeño. Las personalidades tampoco desaprovecharon la ocasión para inmortalizar la cita y las cámaras digitales fueron habituales en la zona noble. La familia Nadal al completo, que ventiló en unas horas las 200 entradas de las que disponían, recibió los primeros abrazos, con una especial admiración por el abuelo Rafael Nadal. También se dejó ver una amplia representación del Real Mallorca encabezada por su presidente Vicenç Grande, el entrenador Gregorio Manzano, el director deportivo Nando Pons, el gerente Pere Terrassa, y futbolistas como Maxi, Víctor, Moyà o Jonás. También acudió Héctor Cúper, un gran amante del tenis.

Mientras los seguidores buscaban acomodo en los casi 7.000 asientos instalados entre las dos tribunas principales del Palma Arena y las gradas supletorias instaladas en el anillo central, bordeando la pista que albergó los Mundiales de Ciclismo, los recogepelotas atendían las instrucciones de su jefe. Caracterizados como Rafael Nadal (una camiseta sin mangas) y Roger Federer (de manga corta), todos lucían una cinta en el pelo como sus ídolos. Al filo de las 16.10, Jaume Matas accedió al recinto acompañado de su esposa. Para entretener al público, espeaker realizaba un test a los aficionados con pósters o camisetas del evento como premio. Mientras presentaban a Manuel Santana y Carlos Moyà, que recibieron un homenaje previo, el director del evento, Alberto Tous, corría de un lado a otro con la bolsa de raquetas y las zapatillas de los protagonistas.