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Miquel Alzamora
El Real Mallorca afronta un partido inédito en el ONO Estadi, se trata de un choque envuelto de tranquilidad. Su rival es el Atlético Osasuna, que llega a Palma en plena resaca europea tras ser apeado de la UEFA por el Sevilla. El equipo balear tiene un claro objetivo, el de gustar, el de seguir demostrando que hay más fútbol en el vestuario que el visto en la primera vuelta, el de continuar saldando la deuda pendiente que tiene con la afición por haberle embargado una primera vuelta nefasta con una sola victoria en casa.

Ahora la situación es totalmente distinta. Los baleares están en alza, son de los mejores equipos de la Liga en esta segunda vuelta y demuestran que hay más que lo exhibido en la primera ronda. Con este nuevo tratado de intenciones, los de Gregorio Manzano no quieren abandonar el tren de las victorias y pretenden encadenar su séptima consecutiva en el ONO Estadi.

Manzano y lo suyos están empeñados en seguir pulverizando registros y, como no, en mantener viva la mínima esperanza que queda para seguir buscando hueco en Europa. Está difícil, muy difícil, pero es imprescindible agarrarse a las matemáticas y a la ilusión para evitar que el tedio se apodere del entorno en estas últimas seis jornadas de campeonato. El entrenador tiene a toda su plantilla disponible y no tiene previsto convertir la pizarra en una ONG.