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Fernando Fernández
Pese a tener encarrilada la reválida del título mundial de 250 centímetros cúbicos, Jorge Lorenzo (Fortuna Aprilia) encara seis semanas decisivas. Cuarenta días que van a acabar de definir la general y harán la criba que descartará a los más débiles. Cinco carreras en ese tramo de tiempo son todo un reto y están llamadas a poner a prueba la resistencia de sus rivales. Le Mans (Francia), Mugello (Italia), Montmeló (Catalunya), Donington Park (Gran Bretaña) y Assen (Holanda) son las siguientes escalas del Campeonato del Mundo, y los serios tests que el pupilo de Dani Amatriaín deberá afrontar para traspasar el ecuador de la temporada con plenas opciones de ser campeón y despedirse del cuarto de litro a lo grande, antes de iniciar su ciclo entre los más grandes, del motociclismo en MotoGP. La primera parada llega este fin de semana. Le Mans y el Gran Premio de Francia ya suponen para Jorge un estímulo añadido. El pasado año tocó fondo allí tras caerse en todas las tantas de entrenamientos oficiales e irse también por los suelos en carrera. En feudo de Honda, ganó Yuki Takahashi y Andrea Dovizioso (su compañero de equipo), subió al segundo peldaño del cajón para consolidarse como líder provisional del Campeonato del Mundo de 250.

Si Lorenzo consiguió hace poco menos de dos semanas, en Shanghai, completar su presencia en todo los podios, Le Mans es otra de las cuentas pendientes en el historial del piloto mallorquín. En 125 sólo pudo ser tercero (2004) en una carrera que ganó Dovizioso, y en la actual cilindrada, ha firmado un quinto puesto (2005) y un abandono por caída (2006), mientras que el de Forli siempre ha estado en el podio, siendo segundo (2006) y tercero (2005), siempre con una Honda al frente de la carrera (Takahashi y Pedrosa). Contar con veintisiete puntos (95 por 68) de margen respecto a Dovizioso supone un colchón para el piloto del Fortuna Aprilia, al que no se le da bien el tercer trazado más antiguo del calendario (tras Assen y Donington), más cuando las siguientes carreras se presentan como ocasiones doradas para disparar su renta respecto al grupo formado por Dovizioso, De Angelis, Bautista, Barberá y compañía, los únicos que pueden plantarle cara a estas alturas del año.

Dos semanas después de Le Mans, Jorge juega en casa. Y no lo hace ni en Jerez, Montmeló o Cheste. Mugello (Italia), feudo de Aprilia, supuso la rehabilitación en 2006 y pone a su alcance una carrera rápida, con elevadas puntas de velocidad (la recta más larga del Mundial con 1.141 metros) y buenas sensaciones. Dovizioso sí que corre ante los suyos, pero el campeón posee un enorme carisma entre los tiffosi. Y sin apenas tiempo para tomar aire, siete días, el Gran Premio de Catalunya devuelve a Montmeló a escena. El circuito barcelonés está llamado a albergar la revancha de la carrera del pasado curso, en la que una mala salida pasó factura a Lorenzo, quien remontó hasta ser segundo y coger las aspiración de Andrea en la mismísima recta de meta. No le bastó y su rival sumó cinco puntos más y su primera victoria en el cuarto de litro.