Bartolomé Beltrán, a hombros durante la celebracion del ascenso. Foto: MONSERRAT

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Cualquier aficionado que presuma de mallorquinista tiene grabada en su corazón una fecha y un estadio. Un día imborrable. Un recuerdo mágico. Aquella calurosa noche de domingo, en un escenario hostil y ante un rival crecido, el Mallorca encendió la mecha de un fuego que todavía sigue activo. El 29 de junio de 1997, un grupo encabezado por Bartolomé Beltrán en la presidencia y la dúpla Tomeu Llompart-Pep Bonet en el banquillo, enterró un lustro de penurias, cinco años como mera comparsa en el fútbol nacional, al sellar el ascenso a Primera División. El próximo viernes se cumplen diez años de aquella gesta, del último retorno del Mallorca a la nobleza. Una década plagada de buenas noticias, de campañas históricas, de hitos imborrables...

La historia hubiera sido diferente sin aquel gol de Carlos Domínguez en el minuto 57 que desembocó en el regreso a la máxima categoría por el valor doble de los goles en campo contrario. En el partido de ida de aquella promoción ante el Rayo Vallecano, el Mallorca colocó la primera piedra al vencer 1-0 gracias al tanto del central Barbero. Unos días después, en Vallecas, el equipo isleño firmó su derrota más dulce (2-1).

En Madrid la fiesta se prolonga durante casi toda la madrugada en el Hotel Melià Avenida América, donde los futbolistas y sus esposas son agasajados con honor. Una orquesta ameniza la velada y la presidenta del Consell de Mallorca, Maria Antònia Munar, y Bartolomé Beltrán se animaron a bailar un pasodoble en la celebración.

De aquellos 28 jugadores que protagonizaron el séptimo y, hasta el momento, último ascenso, apenas quedan supervivientes vestidos de corto. Los más ya se han retirado y se dedican a entrenar, caso de Valverde o Paco Soler. Otros, los menos, apuran sus últimos días de fútbol. Es el caso de David Castedo, Kike Burgos, José Manuel, Copado, Galca o Carlos Domínguez, el héroe del ascenso, que ahora milita en el Granada junto al mallorquín Josemi, que también participó de la fiesta.

El Mallorca culminó con el ascenso el ambicioso segundo proyecto de Beltrán. El presidente no escatimó medios para formar una plantilla competitiva que aspirara a Primera desde el principio. El vestuario sufrió una profunda renovación tras el intento frustrado de la temporada anterior, cuando cayó en la promoción ante precisamente el Rayo. Fichó a tres veteranos como Monchu, López Rekarte y Valverde, en propiedad a Kike Burgos y Marcelino Elena y apostó por un desconocido internacional rumano llamado Constantin Galca, que roció de clase la categoría. El refuerzo de Carlos a mitad de temporada también fue una de las claves. De hecho, el sevillano fue el autor del gol del retorno a Primera. Tanto Víctor como Llompart confiaron en un once prácticamente invariable.

Kike no tuvo rival bajo los palos, mientras Olaizola, Marcelino y David fueron básicos en defensa; José Manuel hizo olvidar a Dani y Carreras demostró su polivalencia. Galca fue el centro de referencia en la sala de máquinas y Obiku tomó la batuta goleadora.