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C.R. La Tercera división balear calienta motores. La categoría se pondrá en marcha a partir del fin de semana que viene y lo hará con un aspecto más renovado que nunca, debido sobre todo, a las consecuencias que ha tenido en la configuración final del grupo XI el inesperado ascenso de la SD Eivissa a Segunda B.

Como no podía ser de otra forma, la nueva temporada se inicia con varios equipos situados un peldaño por encima del resto. Es el caso, por ejemplo, de los dos clubes más representativos del fútbol palmesano: Mallorca B y Atlètic Baleares. El filial, que volvió a quedarse a las puertas del cielo en la última fase de ascenso, ha prorrogado su confianza en Jaume Bauçà y aunque su gran objetivo sigue siendo nutrir de jugadores a la primera plantilla, el salto también está marcado en rojo entre sus previsiones. Los bermellones han perdido a tipos de mucho peso como Ernesto, Cendrós o Dani González y están pendientes de conocer el futuro de Emilio Nsue (podría instalarse en la primera plantilla o ser cedido), pero se han reforzado en todas las líneas y han importado a una serie de futbolistas (Hugo Ferreira, Diogo Fonseca o Emiliano Fusco) que, a simple vista, parecen interesantes.

Por lo que respecta a su eterno rival, ha llevado a cabo una inversión faraónica. Después cuajar una gran temporada con unos recursos muy limitados, la nueva directiva de la Vía de Cintura se ha encomendado a Tomás Gibert para mirar de nuevo hacia arriba y optar a todo en un posible play off de ascenso. Entre otros, han reclutado a Juan Ramón Rodríguez del Sant Andreu y le han concedido los galones al portugués Pedro Almeida, que está llamado a ser uno de los jugadores más llamativos de una categoría que quiere sacudirse de una vez las dudas que le acechan un año sí y otro también. Además, el Atlètic ha recurrido a la base del Margaritense para componer un plantel de ensueño.