Navarro, Basinas y Borja Valero, tras el primer gol del Betis. Foto: JAVIER BARBANCHO

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El Mallorca se detuvo ayer en la sevillana Avenida de las Palmeras. El equipo de Manzano volvió a sufrir en sus carnes la controvertida decisión de un árbitro debutante que le cortó las alas en un punto estratégico del partido. El Betis, muy superior en actitud y juego, rentabilizó la jugada y Cúper reforzó su crédito con una rotunda goleada. Toca levantarse de nuevo (3-0).

El cuadro bético se jugaba el tipo y aparcó las especulaciones iniciales para irse directo a la yugular del Mallorca desde que el primer minuto. Los verdiblancos, que después de cinco jornadas seguían sin quitarle el precinto a su casillero de triunfos, se agarraron al brazo de su afición para cambiar su ruta por la Liga y embotellaron a los de Manzano en un inicio frenético. A los tres minutos, Sobis ya había estampado un balón contra el palo y abría la veda para convertir el partido en una cita unidireccional. Los sevillanos no sólo inclinaron el terreno de juego, sino que desataron un torrente de juego sobre el marco balear. Un remate forzado de Edu, los continuos desbordes de Caffa, las llegadas de SobisÂ… La defensa isleña no daba abasto a la hora de proteger su área y mientras empequeñecía, tuvo que recurrir a la paciencia para soportar el temporal y salir del anonimato. Mientras tanto, la grada disfrutaba paladeando los minutos más brillantes del Betis en todo el ejercicio. El marcador no se había movido y el Ruiz de Lopera ya era una fiesta.

El Mallorca salió poco a poco de la cueva, aunque le costó un mundo y cuando lo hizo, le sobró voluntad y le faltaron argumentos. Varela, muy motivado, lo probó a través de los lanzamientos de larga distancia y Güiza también pudo extraer petróleo en una acción aislada (minuto 25), pero ninguna de esas propuestas gozó del contenido necesario para abrir una herida. Al mismo tiempo, el Betis se hartaba a dilapidar ocasiones, aunque tampoco paraba de ganar terreno, ni de comerle la moral a su invitado. Moyà frenó la hemorragia imponiéndose en un mano a mano a Sobis, pero el gol se mascaba.

Cuando se asomaba el descanso y parecía que el Mallorca iba sobrevivir a la avalancha, el partido reventó por su eslabón más débil. Ballesteros se revolvió tras un agarrón de Caffa en la frontera del medio campo y sacó a pasear el brazo. El colegiado, que le había tomado la matrícula, calificó rápidamente el gesto como una agresión y le mandó a la ducha (minuto 36). La decisión, muy rigurosa, destrozó a los rojillos. Manzano fue rápido en sus movimientos y recompuso el equipo rescatando del banquillo a David Navarro, atrasando a Arango y sacrificando a Varela. La solución era buena, pero el Betis estaba pletórico, embalado, sin freno.

En el descanso, el técnico mallorquinista se vio sin salidas y dirigió descaradamente su apuesta hacia el empate. Sacó del campo a Ibagaza para sellar la zona ancha con Basinas y el equipo, dentro de sus limitaciones, emitió buenas vibraciones. Por momentos, la igualada parecía posible y por si fuera poco, Güiza se aprovechó de un contragolpe para quedarse solo ante Ricardo y mirarle directamente a los ojos. El jerezano se atascó y lanzó la pelota al muñeco sin prever lo que iba a suceder sólo un minuto más tarde. El Betis, que sintió muy cerca la amenaza le devolvió la ofensiva en el peor momento posible y despachó la función de una tacada. Caffa demostró que su zurda tiene un valor altísimo y obsequió a Xisco con una asistencia de lujo que el de Manacor remató a placer. Era el final.

El Mallorca, que por el camino había perdido a Jonás después de recibir un ramillete de golpes, buscó la hazaña a la desesperada, pero a su vez se exponía a recibir el puyazo definitivo. Como así fue. Tuvieron que pasar casi veinte minutos para que Sobis, con un proyectil envenenado, sorprendiese a Moyà y apagase la luz. Los helipolitanos redondearon la faena por medio de Edu en el último minuto y por si fuera poco, el Mallorca se autolesionó con la absurda expulsión de Güiza. Fue un domingo negro.