TW
0

Arropado por una decena de federaciones territoriales, Mateu Alemany Font camina decidido hacia la presidencia de la Española de Fútbol (RFEF). Nadie sabe cuando habrá elecciones "Villar y el CSD litigan por este asunto", pero casi nadie duda que se avecinan nuevos tiempos. Fiel a su manual, el abogado nacido en Andratx ha trabajado durante los últimos meses con la discrección y eficacia con la que diseñó el Mallorca del siglo XXI.

La puesta en escena del Tryp Ambassador de la capital de España apenas dejó dudas sobre las intenciones de Mateu Alemany: no quiere competir, quiere ganar. Y está en el camino. Arropado por una decena de federaciones territoriales, su primer acto oficial como alternativa al gobierno de Àngel María Villar fue un alarde de recursos, toda una demostración de poder.

La fotografía con la que se cerró el acto, una imagen de Alemany posando con todos sus aliados, fue algo más que una advertencia para Villar, pero también el resultado de muchos meses de trabajo. Desde que trascendió la intención del antiguo presidente del Mallorca por echar a Villar de la poltrona de la RFEF, se dio por sentado el aval de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), aunque hacía falta mucho más para competir con el poder establecido.

Cuando José Luis Astiazarán "presidente de la LFP y antiguo mandatario de la Real Sociedad" le planteó el reto, Alemany se mostró dubitativo. Cronológicamente, acababa de sellar su salida del Real Mallorca y necesitaba alejarse del ruido. Buscó refugió en el golf, aunque no tardó demasiado en plantearse un acoso serio a Villar. A Alemany, el dirigente vasco nunca le generó excesivas simpatías y su relación siempre estuvo marcada por los desencuentros.

Entre hoyo y hoyo, Alemany buscó consejo en sus círculos más íntimos y empezó a estudiar con detenimiento el mapa futbolístico español. Sin darse cuenta, había dado el primer paso. Históricamente, Villar había sustentado sus triunfos electorales en el apoyo del estamento arbitral y el grueso de las terrotoriales. Estratégicamente, los movimientos estaban claros. «La Plataforma» empezó a moverse y Alemany no tuvo excesivos problemas para convetirse en el líder de las territoriales históricamente enfrentadas a Villar. Pero hacía falta mucho más para fabricar una candidatura alternativa y con posibilidades reales de ganar.

Casi cada quince días, Alemany empezó a viajar a Madrid. Allí alquilaba un coche y se dirigía por carretera a diversos puntos de la geografía. Estaba en campaña. Convincente por naturaleza, el balear no tardó en reclutar a todo un ejercito de aliados, entre ellos, a Miquel Bestard.

El presidente de la Balear de Fútbol (FFIB) garantizó su apoyo a Alemany prácticamente desde el primer día, aunque también decidió trabajar en silencio. Bestard lleva muchos años moviéndose en los despachos federativos y aportación a la candidatura de Alemany ha tenido un gran peso. Al igual que las otras territoriales, Bestard garantiza votos, pero también un amplio conocimiento del «modus operandi» de Àngel María Villar. Al igual que Mateu Alemany, el mandatario de la FFIB se enfrenta también a uno de sus mayores retos como dirigente.