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Àlex Santos|BARCELONA
El Espanyol recogió con agrado en el último suspiro del partido el regalo que le brindó Ocio, quien en el intento de despejar un balón centrado por Clemente, acabó realizando una fenomenal vaselina a Iriazoz, que posibilitó el triunfo españolista contra el Athletic (2-1).

Esta acción fue la consecuencia lógica de un partido que se inició con otro regalo del Espanyol a su rival en el minuto 3, y que acabó en gol, pero sobre todo por el mayor coraje e intensidad expuesta por el equipo que entrena Valverde, que en la recta final del choque se volcó sin reservas.

Pronto se le complicó el choque para un Espanyol que presentó una propuesta para ahogar con velocidad a su rival. Quince minutos en los que los de Joaquín Caparrós vieron pasar el balón de un lado a otro del campo sin apenas olerlo. Fue un cuarto de hora de gran nivel, pero sin relevancia en el tanteador. Un disparo de Valdo, tras un rechace de Iriazoz en el minuto 8, y otro de Tamudo dos minutos después, fueron las acciones más claras en esta primera fase del partido. Fueron en los intentos finales de la primera parte cuando el Espanyol volvió a conectarse, gracias al punto de velocidad con el que ya se había exhibido.

Las dos bandas funcionaron como dos carriles sin obstáculos, especialmente la izquierda, por donde Riera arrancó en una carrera que acabó en un preciso centro tras el cual Tamudo, con el talón, logró superar la salida de Iriazoz. Fue el empate (1-1), pero no el último suspiro del Espanyol, ya que en cinco minutos acobardó a los bilbaínos en su área.

A tres minutos del final, Tamudo tuvo en un remate de cabeza el gol de la victoria, pero el balón salió por alto. El tanto que deshizo la igualdad llegó a falta de pocos segundos de cumplirse el minuto 90.