El triunfo del conjunto gallego fue inmerecido, como inmerecida hubiese sido una victoria local, y el premio de los tres puntos se antoja excesivo para el rácano juego que se vio en Valencia.
Durante la mayor parte de los primeros cuarenta y cinco minutos el juego de ambos equipos careció por completo de profundidad o emoción, pues los planteamientos fueron tan rigurosos como similares, con mucha presión en el centro del campo y escasas acciones de peligro.
Tras el paso por los vestuarios, las órdenes de los entrenadores cambiaron y ambos equipos se lanzaron al ataque con la intención de buscar el gol rápidamente y replegarse. El encuentro parecía abocado al empate sin goles de forma irremediable, pero de nuevo la mala fortuna se apareció para los locales y les jugó una mala pasada, la enésima esta temporada, en forma de penalti a falta de cinco minutos para el final.
En una acción sin apenas peligro, José Serrano tocó el balón con la mano dentro del área y Sergio se encargó de transformar el penalti y de rubricar una victoria tan valiosa como inmerecida.
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