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Fernando Fernández

Las cuentas del Palma Arena no tocan techo. Todo ello, sin que el pabellón haya recibido la certificación de final de obra y sin que la pista de atletismo, la grada y los campos de rugby y hockey se hayan construído. Por no hablar del resto de un complejo que debía ser una referencia y hoy es un foco de problemas generado por el equipo gestor que encabezó su construcción y desarrollo. Los 46'4 millones de euros iniciales han quedado en mera anécdota y el coste ya apunta mucho más allá de los cien millones de euros. Pero mucho más arriba de lo que se puede creer.

A expensas de las liquidaciones de algunos capítulos, de obtener el final de obra y añadir una serie de gastos que seguirán apareciendo, además de los imprevistos, la cifra se sitúa en un mínimo de 138.580.067'36 euros. La misma, supone multiplicar por tres los ya lejanos 46'4 millones del proyecto inicial, que se reducen a una mera anécdota dentro del proceso.

La estratosférica cantidad se desgrana en varias partidas principales que sitúan al pabellón multiusos entre los más caros, además de polémicos, del país. Estos guarismos crecen de forma ostensible si se echa un vistazo a los créditos suscritos por el Consorcio para la construcción del velódromo.