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Carlos Román|VALLADOLID
Aunque Manzano se ha apresurado a quitarle el envoltorio a la cita de esta tarde, para él no será un partido más. El entrenador del Mallorca vuelve a una ciudad por la que siente un cariño especial, al lugar en el que reside su familia, al kilómetro cero de su carrera entre los mejores banquillos del fútbol español.

El técnico de Bailén pasó mas de quince años comiendo polvo entre los campos más modestos del país hasta disfrutar de su primera oportunidad en la cima. Le bastó con estar un año al frente del Toledo en Segunda división para llamar la atención de los gerentes pucelanos, que le dieron la alternativa y las riendas del equipo en la temporada 1999-00. Allí firmó una temporada notable (el equipo acabó octavo) y echó raíces a nivel personal, pero el cambio de propiedad y los movimientos en los despachos le obligaron a dejar el club blanquivioleta y poner rumbo a Santander, donde sellaría uno de los tragos más amargos de su carrera reciente. Aun así, mantiene unos vínculos muy estrechos con la ciudad castellano-leonesa. Allí sigue residiendo su familia, en un domicilio situado a escasos metros del Nuevo José Zorrilla. «Eso le dejo para cuando voy de vacaciones. Ahora me toca ir trabajar», señalaba el viernes cuando se le recordaba su pasado pucelana y las sensaciones que experimentará esta tarde.

El entrenador andaluz tiene muchas ganas de volver a exhibirse ante sus vecinos. La última vez que fue allí al frente de un equipo, hace ahora cuatro temporadas, se marchó con la mirada perdida (cayó 3-1 con el Atlético de Madrid) y espera solucionarlo esta misma tarde. De hecho, en todas las visitas que ha realizado al punto de despegue, sólo ha salido victorioso cuando ha acudido como preparador del Mallorca. Dobló la rodilla como responsable del Rayo Vallecano (3-1, en la 2001-02) y repitió después como director colchonero. Sin embargo, en los dos desplazamientos que ha hecho a la ciudad como jefe de los bermellones siempre ha podido presumir de manual. Ganó 1-3 en la campaña 2002-03 del campeonato (un hat-trick de Pandiani dejó sin efecto el tanto de Alberto Marcos) y 1-4 en el enfrentamiento copero de octavos de final de ese mismo ejercicio (triplete de Carlos Domínguez y puntilla de Harold Lozano).

La prolongada estancia del Valladolid en Segunda había demorado el reencuentro, pero hoy las cosas volverán a su sitio. Manzano y el Valladolid ya se vieron las caras en la primera vuelta, pero el cara a cara no fue tan especial como lo será el de hoy. En aquel partido, disputado una noche de miércoles, los de Mendilibar se hicieron con un valioso 0-2 en la primera media hora de juego y obligaron al Mallorca a transformarse tras el descanso. La noche empezó mal, pero acabó convertida en la primera fiesta del curso y dejó imágenes imborrables que en el caso de repetirse hoy, podrian marcar un punto de inflexión en la ruta bermellón.