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Jenaro Lorente|MADRID
El Athletic sacó los colores al Atlético de Madrid, al que ganó un duelo pobre, impropio de dos equipos históricos que disputaban su septuagésimo enfrentamiento liguero en Madrid, y que defraudaron, aunque fueron los visitantes los que finalmente se llevaron el valioso botín.

El Atlético padece un mal endémico, crónico y que no tiene visos de solución. Es el equipo de Javier Aguirre un grupo roto atrás, con un defensa calamitosa y un centro del campo inexistente, en el que no hay circulación de balón.

No practica el Atlético la transición del esférico entre las líneas y se ahoga en los balonazos a las bandas o a las puntas, donde el uruguayo Diego Forlán y el argentino Sergio Agüero no dan a basto para sacar las castañas del fuego constantemente.