El equipo amarillo fraguó la valiosa victoria en una segunda mitad primorosa, en la no solo superó al Athletic, sino que por momentos le sonrojó y, lo que es casi inédito en San Mamés, provocó que aficionados de La Catedral abandonasen sus localidades antes del final del choque.
El conjunto bilbaíno, casi maltratado por el rival en un segundo tiempo penoso, echó por la borda un muy buen comienzo de encuentro en el que pudo apuntillar a un rival alicaído, y no logró, como pretendía, alejarse casi definitivamente de la amenaza de descenso.
De inicio, quizás por el esfuerzo del jueves, Manuel Pellegrini dejó en el banquillo a Pires, Cazorla y Tommason; mientras que Joaquín Caparrós sacó al joven Ramos junto a Llorente, con lo que Aduriz, con algún problema físico durante la semana, y Etxeberria se quedaban en el banquillo.
Se igualaron un tanto las cosas tras el 1-1, pero pronto volvió el Villarreal a hacerse con el mando. Hasta el punto de que el 1-2 parecía inevitable. Y lo fue. Porque en otra acción que dejó en evidencia la capacidad del Athletic para defenderse replegado, Capdevila, con la ayuda de Javi Martínez, que desvió el balón, certificó la remontada. Pudo el Athletic empatar en un arreón de casta final en el descuento, pero los tiros de Aduriz, muy lejano, y Koikili, con no mucho ángulo, tuvieron cumplida respuesta de Diego López.
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