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Fernando Fernández Este Palma invita a soñar. Al menos, dista años luz del equipo que en la primera vuelta ofrecía su peor repertorio sobre el parqué del gélido Arena. La escuadra celeste acumula cinco victorias consecutivas como local y la de ayer frente al Beirasar Rosalía (63-57) adquiere un valor doble. Además de situarse a un triunfo de la zona de 'play off' (9-12), los de Colino se embolsan el average directo con los gallegos y demuestran que, hasta en un mal partido, tienen capacidad de respuesta ante situaciones adversas. Porque el de ayer fue un choque para olvidar. Lo mejor fue el desenlace y los números que deja en la clasificación. En lo que a baloncesto se refiere, lo justo.

Se veía venir a un Rosalía que siempre quiere llevar los partidos a tanteadores bajos y que basa en una contundente defensa el éxito de un bloque que ha logrado soportar el ritmo de los mejores pese a ser su reentrada en la categoría de plata.

Desconocido Schutte y con Terrell a medio gas, el mal se extendió al vestuario gallego. Está claro que si Oleson y Cebular no están afinados, este Rosalía no carbura como viene siendo habitual. En esas, los malos porcentajes de tiro (3 de 16 en triples Rosalía), las prolongadas pérdidas de balón de los de Félix Muñoz (18) y el dominio abrumador del rebote (41 por 27) ejercido por un Rosalía que se permitía la licencia de dejarse robar la cartera por espacio de cinco oportunidades, son algunas de las pinceladas que deja un encuentro que devuelve el saldo positivo a un Palma que tuvo en Matthews (a prueba hasta el miércoles) a un espectador de excepción y al primero en animar a sus compañeros.

Los interminables brazos de Fontet (pretendido en su día por los de Ciutat) se erigieron en dolor de cabeza en un primer cuarto de batalla bajo los tableros y desacierto en el perímetro. La segunda falta de Pacreu y la antideportiva de Muya advertían que el arbitraje volvería a ser adverso. Pero un triple de Feliu cerraba el primer acto con buen sabor de boca (19-14).

La tarde fue a menos. Poco afinada tenían la muñeca los tiradores y Kornegay adquiría protagonismo. Las defensas se imponían a unos ataques espesos, pero entre medias, el Palma castigaba al Rosalía, alcanzando máximas de ocho (27-19 y 29-21). Con el rebote mermado, Terrell y Rejón sin encontrar su lugar y Schutte fuera de cobertura, sólo el contagio de la triste dinámica del choque que sufrió el cinco gallego permitía al Palma seguir mandando en el electrónico (30-25). En pleno recital de Fontet, los teóricos actores secundarios ganaban peso sobre el parqué. Colino y los suyos agradecieron la aparición de un Rejón hasta entonces casi inédito, pero Boyd, sobre la bocina, frenaba la euforia (41-40). Con diez minutos por delante y unos guarismos preocupantes, un triple de Dedas (41-43) encendió las alarmas. Pacreu sofocó el incendió por partida doble, y desde más allá de 6'25 (47-43). La técnica al banquillo local fue el punto de inflexión (47-49). Entonces, los líderes dieron la cara. Rejón, Terrell, Puyada y Schutte se conectaron y la antideportiva de Ramsdell certificó la defunción de un Rosalía que no supo plantar cara a un bloque más experimentado en ese tipo de tesituras.