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Fernando Fernández La victoria en el Torneo de Bogotá ha supuesto un subidón en todos los aspectos para Nuria Lagostera. A sus 27 años, la tenista de Cala Millor ha recuperado sus mejores sensaciones tras vivir una pesadilla en forma de lesiones y, tras dos años, vuelve a inscribir su nombre en un evento del circuito de la WTA. Su triunfo en Rabat (2005) le permitió tocar techo, pero meses después, su muñeca derecha y el hombro se convirtieron en epicentro de una larga serie de problemas que parecían no tener fin. Entre medias, el equipo de Copa Federación, con el que ha alcanzado las semifinales (China será su oponente) era el bálsamo para curar unas heridas que ya forman parte del pasado de Nuria. Su gira americana ha permitido ver de nuevo a la mejor Llagostera. «Me he encontrado muy bien, no he perdido un set en esta semana, y eso me ha ayudado a tener más moral. Hubiera hecho todo lo que fuera por ganar, pero al final todo ha ido bien», significaba la mejor tenista balear de la historia.

Sus sensaciones han sido buenas a lo largo de estos últimos días, y eso se ha plasmado en la pista. «En Viña del Mar (alcanzó los cuartos de final) ya me encontré cómoda. Es uno de los momentos más excitantes de mi carrera. He pensado en todo lo que me ha pasado y lo que he trabajado para seguir adelante. He llorado después del partido, porque a principio de esta temporada no sabía bien cómo respondería después de no haber ganado muchos partidos», apostillaba Llagostera, que en su concurso en el Open de Australia no pudo pasar de la fase previa, tras alcanzar la tercera ronda en 2001.