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o hubo proeza. El ViveMenorca compitió con honor en el Palau Blaugrana, aunque su briosa entrega no le alcanzó para protagonizar la gran sorpresa. Los pobres porcentajes en el tiro exterior, unido a las prestaciones individuales de algunas de las estrellas del Barcelona, cercenaron el sueño menorquín de asaltar la mítica cancha culé (74-64). Por encima de otras consideraciones, pagó el grupo de Casas el mal día de sus bases (tanto Stefanov como Guzmán cerraron el encuentro con valoración negativa), lo que desembocó en un problema añadido cuando los de Xavi Pascual se situaron en zona. Fatídicos resultaron igualmente los últimos instantes del segundo y tercer parcial, en los que la escuadra balear permitió al Barça "amparado en su defensa 2-3- abrir brecha en el luminoso, cuando hasta entonces se había mantenido, no sólo a rebufo de los blaugrana, sino que había gozado incluso de alguna pequeña ventaja. Estéril resultó también el abrumador dominio en los rechaces para un bloque isleño que abusó de los triples como único argumento para tratar de intimidar al Barça, que de soslayo miraba a Tel Aviv, pero que se centró adecuadamente cuando la situación lo precisó.

Fiel a sus principios, el Menorca recurrió al rebote y a la intensidad defensiva como método para responder al poderío blaugrana. Únicamente sus problemas para generar juego ofensivo en la pintura le impidieron alcanzar el descanso con ventaja (37-31 en el intermedio). Hasta entonces, las alternativas en el luminoso gobernaron el partido (9-10, 15-13, 18-19, final del primer cuarto).

El Barça, incapaz de dominar e imponer el ritmo, argumentó sus réditos ofensivos en la calidad individual (Lakovic, Trias, Grimau o Fran Vázquez). Con todo, las figuras blaugrana no se encontraban cómodas ante la madeja defensiva tejida por Casas. Stojic y Moss ejercían de referentes ofensivos, mientras que Ivanov ganaba el ecuador del partido con seis rechaces. El compendio de aciertos mahonés se reflejaba en los guarismos del segundo parcial (25-28 tras triple de Stefanov). No obstante, el Barça tiró de calidad, y un par de rápidas transiciones le permitieron abrir un ligera brecha, coincidiendo con el fin de la primera mitad. Minutos antes, Varda dio el susto en una acción en la zona catalana, viéndose obligado Casas a darle descanso, aunque posteriormente, el gigante serbio regresó al parquet. El esguince que le obligó a ser sustituido sin embargo, le condicionó, sobretodo mentalmente, y cuando reapareció, mermado físicamente, ofreció su perfil más bajo.

Del mismo modo que al borde del descanso el Menorca concedió una renta al Barça, idéntica situación se reprodujo al cierre del tercer cuarto. De un 51-46 se pasó al desesperanzador 57-46. Un espectacular mate de Kasun, coincidiendo con el bocinazo, otorgaba a los catalanes la máxima ventaja que el partido había conocido hasta entonces. Demasiado botín como para que el Barcelona, que en el último periodo vivió de las rápidas transiciones y de los fáciles encestes que las pérdidas de balón menorquinas generaron (hasta 20 bolas extraviadas firmó el Menorca), se dejase sorprender. Ni siquiera el festival particular de pito que provocaron Cardús y Perea "técnicas a Lakovic y a Bazdaric casi consecutivas-, permitieron el menor atisbo de reacción isleña ante el coloso blaugrana.

El Palau Blaugrana sigue siendo un sueño prohibido.