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Àlex Santos|BARCELONA
Un nuevo tropiezo del Barça, esta vez un empate sin goles contra el Espanyol en el Camp Nou, encara al conjunto barcelonista hacia un único objetivo hasta el final del campeonato: la segunda plaza.

El Barcelona sumó un punto pero en realidad fue el séptimo de los veinticuatro últimos que ha disputado en la Liga y al final del partido, el Camp Nou volvió a dar un recital con el pañuelo al aire, aunque en esta ocasión el gesto común fue más para castigar el celo del árbitro con las tarjetas y por las pérdidas de tiempo del Espanyol, aunque la bronca también se trasladó al antepalco como días atrás.

El Barcelona se sintió muy incómodo con un Espanyol tan defensivo. Con el balón en los pies, el Barça fue el de hace tantas semanas, el que no transmite ningún temor al rival. Contra el Espanyol, montó un centro del campo tocador, pero también corpulento, con Gudjohnsen, Touré y Xavi y en ataque, con Etoo y los dos jóvenes Bojan y Gionavi, quienes intercambiaban sus posiciones, el Barça tampoco dio sensación de peligro.

El Espanyol observó que ante sí tenía un rival que no tenía ideas determinantes y ante las numerosas pérdidas de balón, éste viajó por aire en numerosas ocasiones.

El Barcelona encadenó una serie de acciones ofensivas, con disparos a media distancia y centros peligros contra la meta de Kameni. Sin embargo, el desacierto, así como algunas intervenciones impidieron que el marcador se moviese. El hecho de que lo más emocionante que había vivido el seguidor culé hasta entonces fuera la salida del banquillo de Messi ilustra a la perfección el tono el encuentro hasta entonces. El argentino entró en la segunda parte.