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Roberto Morales|MADRID
El estadio Santiago Bernabéu disfrutó sintiendo al Real Madrid campeón, pese a que el triunfo del Villarreal aplazó los festejos, pero no el ensayo del alirón con un partido vistoso, de buen fútbol, en el que Saviola demostró las razones por las que viste de blanco.

Saviola se 'colaba' en el equipo titular del Real Madrid y demostraba que Bernd Schuster ha sido injusto con él. Desaparecido en el mapa desde su lesión en la eliminación copera, ha esperado su oportunidad con paciencia. Es su forma de ser. Hay quienes le acusan de conformista, pero ayer demostró que merece más.

Arrancó el duelo con un ritmo endiablado. La presión del Real Madrid y la velocidad que imprimió a su fútbol desde el pitido inicial, hacían augurar una buena noche de fútbol. Los equipos se contagiaron del ambiente festivo de la grada.

Robinho y Sneijder fueron los primeros en probar a Armando, mientras Saviola, en su primera incursión pedía mano por un centro que de forma involuntaria rechazaba en la zaga bilbaína.

Dos años después regresaba Gurpegui. Cumplida su sanción por dopaje, lideraba una defensa que comenzó dura y con orden. Fuertes en el juego aéreo, soportaron el ritmo blanco. Y eso que cuando no era Saviola, se descolgaba Raúl o entraban con potencia Sneijder y Guti. Las variantes blancas eran numerosas.

Avisó Garmendia a Casillas de que hoy si tendría trabajo, con un disparo lejano que detuvo en dos tiempos. Pero en el mismo minuto, en el 13, Saviola comenzó a saborear su gran noche. Un disparo ajustado de Raúl lo rechazó Armando en una buena intervención, que tiró por tierra en el posterior chut de Robinho. El balón muerto lo aprovechó el más listo y Saviola lo celebró a lo grande. Fulminó meses de sufrimiento y lo dedicó al cielo, donde a buen seguro su padre sonreía por el cambio de suerte de su hijo.

Con el objetivo cumplido en su temporada, el Athletic no se achicó y buscó el empate. Pese a medirse a una de las mejores imágenes del Real Madrid de la temporada, hizo sacar a Casillas sus mejores paradas del repertorio. Voló a un cabezazo a la escuadra de Exteberría y respondió con reflejos a un potente disparo de Garmendia desde la frontal.

Saviola seguía con su reivindicación. Eléctrico, rematador y eligiendo siempre bien en los últimos metros, su imagen iba a la par de la del equipo. Todo lo contrario que Robinho, que parece desenchufado desde su lesión.

El partido iba de área a área y, en una de esas, Llorente encontró premio a su esfuerzo. Heinze cometió un error infantil, metiendo el cuerpo en el momento del remate, cuando había perdido la posición, y el árbitro no dudó en señalar el punto de penalti. Y Casillas puso en pie al Bernabéu. Salvó el lanzamiento potente, pero sin colocación, de Garmendia.

El partido estaba madurado, trabajado por el Real Madrid que debía cerrarlo. Para ello Schuster introdujo a Robben e Higuaín que respondieron con rapidez. Pase del argentino y remate a placer del holandés en el segundo gol.

La confianza del buen pase hizo olvidar su miedo en la definición a Higuaín, que en la siguiente jugada, aguantó a que se venciese a un lado Armando para chutar al otro con potencia y desatar la fiesta en un Bernabéu que saborea el título.