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La ilusión y pujanza de un aspirante frente a la decadencia de un grande. Más que un partido de fútbol, el Camp Nou escenificará esta noche una confrontación de estados de ánimo. El Mallorca más brillante de los últimos años visita a un Barcelona en ruinas, un equipo magullado de arriba a abajo cuya única aspiración es acabar la temporada lo más dignamente posible. Los de Manzano, que después de mucho tiempo vuelven a acariciar las competiciones europeas, sueñan con clavar otra vez su bandera en uno de los templos de la Liga para sumergirse en la última jornada con opciones reales de actualizar el pasaporte. Todo ello sin olvidar la despedida de Rijkaard o el Pichichi de Güiza. ¿Se puede pedir algo más? (Camp Nou, PPV, 21:00 horas).

Casi nadie podía imaginar hace un mes que el Mallorca se adentraría en las últimas curvas del torneo con el depósito a rebosar y el motor a pleno rendimiento. Sin embargo, los baleares activaron el piloto automático después de caer ante el Sevilla y desde entonces se mueven por el calendario a velocidad de crucero. Juegan bien, ganan y se atreven con los registros más inaccesibles, un síntoma claro de que los complejos han desparecido. Hasta la fortuna, que llevaba un montón de meses escondida en el vestuario, se ha sumado recientemente a la causa rojilla. Eso, unido al ciclón que ha pasado estos días por Can Barça, le dan al partido el aspecto soñado. Es verdad que el conjunto azulgrana no puede correr riesgos ni permitirse otro ridículo ante su gente, pero da la sensación de que precisa algo más que buenas intenciones para zanjar uno de los capítulos más bochornosos de su historia reciente. Y es ahí donde pretende emerger el cuadro isleño. Manzano conoce la receta y aunque sigue cargando con bajas muy pesadas, sabe que parte con una gran ventaja en el plano anímico. La victoria, hoy sí, parece posible.

El técnico jienense maneja prácticamente los mismos argumentos con los que se encaró al Osasuna. Ha recuperado para la ocasión a Ibagaza, pero sigue sin poder contar con Ramis, ingresado en la Policlínica por una infección en la pierna derecha, ni con Jonás Gutiérrez, sometido a tratamiento fisioterapéutico para solucionar los problemas que sufre en la rodilla. Así, en el once no caben demasiadas reformas. Lo más probable es que Borja Valero siga dirigiendo el tráfico del centro del campo junto a Basinas y que Arango vuelva a escorarse a la banda izquierda para cederle a Pierre Webó su alojamiento junto al área de Valdés.

En la otra acera, Rijkaard no lo tiene tan claro. El holandés, que afronta su último encuentro en el Camp Nou como técnico culé, no tendrá una despedida muy plácida. Teniendo en cuenta que no se juega nada y que algunos grupos de seguidores se han movilizado para orquestar una protesta masiva, le espera una dura velada. Además, tendrá que presentar un equipo de circunstancias por culpa de las bajas. Faltarán por lesión Andrés Iniesta, Gabi Milito Albert Jorquera, Eidur Gudjohsnen y Ronaldinho y por sanción Xavi Hernández y Rafael Márquez. Su único alivio es la vuelta de Etoo y Deco y la ascensión de los canteranos Fali y Rueda.