TW
0

El Mallorca dinamitó el Camp Nou en la noche de ayer. Un gol en tiempo de descuento de Dani Güiza dejó al Barça en la miseria y certificó una victoria épica de los de Gregorio Manzano. A los 55 minutos, el resultado era de dos a cero para los azulgrana, pero el Mallorca de esta segunda vuelta es mucho Mallorca, es mucho equipo. Lo sabe Manzano, lo saben los jugadores, lo sabe casi todo el mundo menos Rijkaard y sus futbolistas.

Fue una noche mágica. Hubo victoria con remontada para la historia, pañolada en al grada para Laporta, gol de Güiza -ya lleva 26- y éxtasis final. ¿Qué más se puede pedir?

Al Mallorca le van los 'grandes'. Puede ganar, empatar o perder, pero esta temporada el planteamiento es siempre ganador. Ayer, los de Manzano, sabían que el partido podía estar en los primeros minutos, para bien o para mal, pero los primeros instantes podían marcar el devenir del encuentro. Los baleares iban a por la pelota, luchaban cada balón y presionaban con criterio y en la zona ancha del campo. En definitiva, los mallorquinistas hacían daño y aprovechaban la disputa del 'otro' partido, del que se jugaba en la grada y se trasladaba al césped. Cada balón que tocaba Messi eran aplausos, pero el resto del plantel recibía una sonora pitada que, pese a la poca afición que se dio cita en el Camp Nou, resonaba con fuerza.

No le quedaba más remedio al equipo de Manzano que aprovechar el 'tsunami' azulgrana para llegar con peligro a la meta de Pinto. El Mallorca ejercía una presión sencillamente asfixiante y que dificultaba mucho la estabilidad emocional y futbolística de un Barça que más que jugar al fútbol, se sometía una y otra vez al plebiscito de la grada, que ayer ganó en protagonismo a los once jugadores sobre el césped.

Sólo había un problema, y es que los baleares no encontraban manera de finalizar con brillantez su genial tratado de intenciones en la zona ancha. Un remate sin peligro de Webó en el minuto dos fue el pobre bagaje ofensivo de los baleares en los primeros veinte minutos. Por el contrario, el Barça, metido en un sinfín de problemas, aparecía de vez en cuando, mejor dicho, aparecían Leo Messi y también Samuel Etoo. Eran acciones individuales, pero el Barça, lejos de ser un equipo, lejos de diseñar un plan futbolístico creíble, se afianza en la magia de tal o cual jugador para matar los partidos. En una de estas, la 'pulga' empieza un 'slalom' marca de la casa que acaba con la pelota en el vértice izquierdo del área grande de Moyà. Con Héctor batido, sólo quedaba ver quien era el más fuerte, si el meta de Binissalem o el ex jugador del Arsenal. Ganó el segundo. Hizo ademán de tirar al segundo palo, pero la metió en el corto. Era el uno a cero. El fútbol era injusto con el Mallorca.

Tras el tanto los de Manzano entraron en un estado de semidepresión que motivó una bajada de tensión. Ya no se dominaba tanto, ni se jugaba como antes en campo azulgrana. Sin embargo, el equipo pequeño no tiró la toalla, superó el bache y volvió a creer en su estilo. Con Borja manejando los hilos en el medio campo, los mallorquinistas retomaron el rumbo y merecieron irse al descanso, como mínimo, con el empate en el marcador. Pinto lo evitó hasta en dos ocasiones. Un libre directo de Borja que hubiera firmado el mismísimo Beckham y un remate de cabeza de Nunes que desvió el portero azulgrana, fueron las dos mejores acciones ofensivas de un Mallorca entero y al que sólo le faltó suerte para poder meter más miedo si cabe a los de Rijkaard.

En la reanudación, el partido empezó alocado desde el primer momento. Era tanta la tensión en el ambiente que podía suceder cualquier cosa, y vaya si sucedió. Marcó Etoo el dos a cero al aprovechar un rechace de Moyà y parecía que el partido se sentenciaba. Pero con el Mallorca empieza a suceder lo mismo que en los partidos de Nadal, que pese a perder un set, nunca puedes darlo por muerto.

Con todo en contra, los baleares volvieron a mover la pelota en la zona ancha, sin pausa, sin prisa, marcando los tiempos, creyendo en sus posibilidades y, sobre todo, creyendo en Borja Valero. Un zapatazo del de Hortaleza acabó en gol. Era el dos a uno, era el minuto 66, era el principio de la gran remontada.

Poco después entraba Ibagaza en el campo y al Barça le entraba el miedo en el cuerpo. Sencillamente se desvanecía segundo a segundo y el Mallorca encontraba espacios en un palmo de terreno. Encontró espacio Webó que lanzó un disparo a bocajarro con rebote incluido al que nada pudo hacer Pinto. Era el empate a dos. Otra vez gritos, otra vez pañuelos, otra vez el Mallorca era el equipo grande en el terreno de juego.

Pero quedaba la guinda y los mallorquinistas que no perdonan un balón y no dan un segundo de tregua arrancan un córner en el minuto 94. ¿Sería posible el milagro? Con buenos futbolistas todo es posible. Lanzó Ariel Ibagaza y Güiza, por el simple hecho de encontrarse ahí, enloqueció a la defensa que se amedrentó ante el 'Pichichi' de la Liga. El andaluz se la colocó y marcó. Dos a tres y final. El Mallorca cerró una noche que quedará escrita con letras de oro en la historia del equipo balear. El domingo está en juego Europa en Son Moix y en El Sardinero. Hagan juego. Aguardan 90 minutos que pueden completar una trayectoria que ayer mostró su versión más solvente.